Articulo de opinión de CESAR LUMBRERAS
Una gran parte de los pueblos de España se mueren. Y con ellos una forma de vida de muchos siglos. Para la gente de ciudad resulta muy agradable ir en verano, durante otros periodos vacacionales, o en los fines de semana, hasta alguna de esas localidades a disfrutar del entorno y de la tranquilidad. Ellos mismos, con su presencia, contribuyen a dar algo más de vida a esos pueblos y pueden llevarse la idea equivocada de que el resto de los días es así también. Nada más lejos de la realidad. Recomiendo que siempre que se pueda se haga una visita a esos núcleos de población en una semana del mes de febrero, por ejemplo, un día normal y al atardecer. El visitante se encontrará con las calles casi desiertas, poca gente en el bar y de una edad más que avanzada, muchas casas deshabitadas, cerradas y bastantes de ellas en ruinas. Los niños brillan por su ausencia o escasez. Ése es el panorama que se presentará ante nuestros ojos, que está muy lejos del bullicio del verano. De vez en cuando surgen iniciativas de alcaldes con imaginación que anuncian medidas para atraer a gente joven y de fuera. Es lo que ha sucedido días atrás en Olmeda de la Cuesta (Cuenca) o lo que anuncian en Melgar de Arriba (Valladolid), que ofrecen solares a precios simbólicos o gratis para aquellos que quieran construir allí su vivienda. Antes, en otras localidades, fueron casas gratis o puestos de trabajo para familias que tuviesen niños. ¡Ojalá que estas ideas y otras que lleguen contribuyan a parar, aunque sea sólo en parte, esa agonía de nuestros pueblos y de una forma vida, sin la que no se puede entender, no sólo España, sino toda Europa!
Una gran parte de los pueblos de España se mueren. Y con ellos una forma de vida de muchos siglos. Para la gente de ciudad resulta muy agradable ir en verano, durante otros periodos vacacionales, o en los fines de semana, hasta alguna de esas localidades a disfrutar del entorno y de la tranquilidad. Ellos mismos, con su presencia, contribuyen a dar algo más de vida a esos pueblos y pueden llevarse la idea equivocada de que el resto de los días es así también. Nada más lejos de la realidad. Recomiendo que siempre que se pueda se haga una visita a esos núcleos de población en una semana del mes de febrero, por ejemplo, un día normal y al atardecer. El visitante se encontrará con las calles casi desiertas, poca gente en el bar y de una edad más que avanzada, muchas casas deshabitadas, cerradas y bastantes de ellas en ruinas. Los niños brillan por su ausencia o escasez. Ése es el panorama que se presentará ante nuestros ojos, que está muy lejos del bullicio del verano. De vez en cuando surgen iniciativas de alcaldes con imaginación que anuncian medidas para atraer a gente joven y de fuera. Es lo que ha sucedido días atrás en Olmeda de la Cuesta (Cuenca) o lo que anuncian en Melgar de Arriba (Valladolid), que ofrecen solares a precios simbólicos o gratis para aquellos que quieran construir allí su vivienda. Antes, en otras localidades, fueron casas gratis o puestos de trabajo para familias que tuviesen niños. ¡Ojalá que estas ideas y otras que lleguen contribuyan a parar, aunque sea sólo en parte, esa agonía de nuestros pueblos y de una forma vida, sin la que no se puede entender, no sólo España, sino toda Europa!