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CUENCA DE CAMPOS: Dolorosa...

Dolorosa
II

Brilló el puñal en la sombra
como una lengua de plata,
y bañó al que nadie nombra
onda de sangre escarlata.

Como la oveja que siente
Inflamado su vellón
corre a echarse en una fuente
buscando consolación,
llevada por el arranque
de tu conciencia oprimida,
quisiste en sombrío estanque
despojarte de la vida;
pero saliéndote al paso,
como genio bien hechor,
hice llegar a su ocaso
el astro de tu dolor.

¡Cómo en la sombra glacial
tus ojos fosforecían
y de palidez mortal
tus mejillas se cubrían!

¡Cómo tus manos heladas
asianse de mi cuello
o esparcían levantadas
las ondas de tu cabello!

Arrojándote a mis pies,
me confesaste después
con la voz de los que gimen
todo el horror de tu crimen,
y mi alma, vaso lleno
de cristiana caridad
esparció sobre tu seno
el óleo de su piedad.