CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR
Pies y manos le clavan sin luchar,
sus brazos en la cruz escarnecido,
son un brazo abierto a quien le ha herido,
consagración de amor sobre el altar.
Llagado, sólo y próximo a espirar
otorga su perdón en un gemido,
absuelve con el último latido,
al infiel que le va a crucificar.
Se olvidó de si mismo, con piedad
al buen ladrón por su sentir bendijo
concediéndole el Reino de su padre.
Sabiendo la polémica hermandad
dijo a María:"Ahí tienes a tu hijo",
y dijo a Juán:"Ahí tienes a tu madre"
G. C. J.
Pies y manos le clavan sin luchar,
sus brazos en la cruz escarnecido,
son un brazo abierto a quien le ha herido,
consagración de amor sobre el altar.
Llagado, sólo y próximo a espirar
otorga su perdón en un gemido,
absuelve con el último latido,
al infiel que le va a crucificar.
Se olvidó de si mismo, con piedad
al buen ladrón por su sentir bendijo
concediéndole el Reino de su padre.
Sabiendo la polémica hermandad
dijo a María:"Ahí tienes a tu hijo",
y dijo a Juán:"Ahí tienes a tu madre"
G. C. J.