EPISTOLA AL SEÑOR DUQUE DE FRIAS
Desde las tristes márgenes del Sena,
cubierto el cielo de apiñadas nubes,
de nieve el suelo, y de tristeza el alma,
salud te envía tu infeliz amigo,
a ti, ¡más infeliz….! y ni le arredra
el temor de tocar la cruda llaga,
que aún brota sangre, y de mirar tus ojos
bañarme en nuevas lágrimas….. ¿Qué fuera,
si no llorara nada el hombre?….. Yo mil veces
he bendecido a dios, que nos dio el llanto
para aliviar el corazón, cual vemos
calmar la lluvia al mar tempestuoso.
Llora, pues, llora; otros amigos fieles,
de más saber y de mayor ventura,
de la estoica virtud en tus oídos
harán sonar la voz; yo, que en el mundo
del cáliz de amargura una vez y otra
apuré hasta las heces, no hallé nunca
más alivio al dolor que el dolor mismo:
luchando el alma y reluchando en vano,
hasta que ya cansada, sin aliento,
bajo el inmenso peso se rendía……
¿Lo creerás, caro amigo….? Llega un tiempo
en que gastados del dolor los filos,
ese afán, esa angustia, esa congoja,
truécase al fin en plácida tristeza;
y en ella absorta, embebecida el alma,
repliégase en sí misma silenciosa,
y ni la dicha ni el placer envidia.
Tú dudas que así sea, y yo otras veces
lo dudé como tú; juzgaba eterna
mi profunda aflicción, y grave insulto
anunciarme que un tiempo fin tendría.
Y le tuvo: de Dios a los mortales
en ésta otra merced que así tan sólo,
entre tantas desdichas y miserias,
sufrir pudieran la cansada vida.
Espera, pues; da crédito a mis voces,
y fíate de mí…… ¿Quién en el mundo
compró tan caro el triste privilegio
de hablar de la desdicha….? En tantos años,
¿viste un día siquiera, un solo día
en que no me mirases vil juguete
de un destino fatal, cual débil rama
que el huracán arranca y por los aires
la remonta un instante y contra el suelo
la arroja luego y la revuelca, impío……?
F. M. DE LA ROSA
(1787 – 1862)
Desde las tristes márgenes del Sena,
cubierto el cielo de apiñadas nubes,
de nieve el suelo, y de tristeza el alma,
salud te envía tu infeliz amigo,
a ti, ¡más infeliz….! y ni le arredra
el temor de tocar la cruda llaga,
que aún brota sangre, y de mirar tus ojos
bañarme en nuevas lágrimas….. ¿Qué fuera,
si no llorara nada el hombre?….. Yo mil veces
he bendecido a dios, que nos dio el llanto
para aliviar el corazón, cual vemos
calmar la lluvia al mar tempestuoso.
Llora, pues, llora; otros amigos fieles,
de más saber y de mayor ventura,
de la estoica virtud en tus oídos
harán sonar la voz; yo, que en el mundo
del cáliz de amargura una vez y otra
apuré hasta las heces, no hallé nunca
más alivio al dolor que el dolor mismo:
luchando el alma y reluchando en vano,
hasta que ya cansada, sin aliento,
bajo el inmenso peso se rendía……
¿Lo creerás, caro amigo….? Llega un tiempo
en que gastados del dolor los filos,
ese afán, esa angustia, esa congoja,
truécase al fin en plácida tristeza;
y en ella absorta, embebecida el alma,
repliégase en sí misma silenciosa,
y ni la dicha ni el placer envidia.
Tú dudas que así sea, y yo otras veces
lo dudé como tú; juzgaba eterna
mi profunda aflicción, y grave insulto
anunciarme que un tiempo fin tendría.
Y le tuvo: de Dios a los mortales
en ésta otra merced que así tan sólo,
entre tantas desdichas y miserias,
sufrir pudieran la cansada vida.
Espera, pues; da crédito a mis voces,
y fíate de mí…… ¿Quién en el mundo
compró tan caro el triste privilegio
de hablar de la desdicha….? En tantos años,
¿viste un día siquiera, un solo día
en que no me mirases vil juguete
de un destino fatal, cual débil rama
que el huracán arranca y por los aires
la remonta un instante y contra el suelo
la arroja luego y la revuelca, impío……?
F. M. DE LA ROSA
(1787 – 1862)