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Acaba de pasar el més de agosto y con el vemos que todos los pueblos se van quedando solos, después de haber pasado por una vorágine de fiestas continuadas. Todos, el que más y el que menos, hemos podido revivir amistades, recuerdos y tradiciones. Todos hemos podido volver a nuestras raíces, hemos podido sacar brillo a nuestras más viejas amistades, hemos podido recordar tiempos vividos.. etc
Poco a poco se van quedando solos los pueblos. Todavía quedan los jubilados que esperaran a que llegue el frío y les empuje a la capital. Pero siempre quedará, ese pálpito acorazonado en esas calles, refugios de recuerdos y añoranzas. Los paisanos, vecinos, amigos y demás con los que hemos compartido fiestas, meriendas, tertulias... etc se han ido yendo pero con las alforjas llenas re recuerdos gratos. Y los pueblos se van quedando solos a la espera de que llegue otra vez el més de agosto y vuelva a animarse. Bueno es quie por lo menos durante algún més vuelkva el bullicio a sus calles para repetir vivencias nuevas.
Por eso los pueblos deben esforzarse para dar brillo a sus veranos. Porque la gente volverá encuentra a parte de tranquilidad, alegría, simpatía y divertimiento. Hay que mantener el bullicio de los niños con la bicicletas, los paseos de los mayores, el sonido de la dulzaina y el tambor acompañando cualquier procesión.
Si mantenemos todo esto seguro que nuestros paisanos, volverán y volverán año tras año a su lugar de origen, a sus raíces.
Poco a poco se van quedando solos los pueblos. Todavía quedan los jubilados que esperaran a que llegue el frío y les empuje a la capital. Pero siempre quedará, ese pálpito acorazonado en esas calles, refugios de recuerdos y añoranzas. Los paisanos, vecinos, amigos y demás con los que hemos compartido fiestas, meriendas, tertulias... etc se han ido yendo pero con las alforjas llenas re recuerdos gratos. Y los pueblos se van quedando solos a la espera de que llegue otra vez el més de agosto y vuelva a animarse. Bueno es quie por lo menos durante algún més vuelkva el bullicio a sus calles para repetir vivencias nuevas.
Por eso los pueblos deben esforzarse para dar brillo a sus veranos. Porque la gente volverá encuentra a parte de tranquilidad, alegría, simpatía y divertimiento. Hay que mantener el bullicio de los niños con la bicicletas, los paseos de los mayores, el sonido de la dulzaina y el tambor acompañando cualquier procesión.
Si mantenemos todo esto seguro que nuestros paisanos, volverán y volverán año tras año a su lugar de origen, a sus raíces.