Saludos CONTRERAS y gracias por tu generosidad en los eviós, me, que al menos a una persona que lleva mi apellido, dice le encantan
Gracias a todos POR TENER ALGO QUE CONTAR y llenar los huecos vacíos..."Mecí" al autor del escrito sin firma, por hacerme recordar, alguna anécdota de la ciudad que me dio cobijo 15 años. Lo he leído con atención: no tiene desperdicio. Amigo mío:"me has trasladado" a una época de mi vida, en la que quise saber y aprendí. Aprendí que se hacen amigos en cualquier lugar de la tierra; basta ofrecer tu amistad. Andaba yo un día de Boulogne a Saint Cloud, con el dinero justo para un café, me dirigía a casa de una familia andaluza, "un redez vous" por motivos de trabajo-hacía mucho frío-. Con "le monsiur" que tenía dicha cita, hacía unos minutos que había marchado, por lo que me sentí desolado. Comenzó a nevar y retorné sobre mis pasos, Sentí tentación de contar mi situación pero opte por callar... me queda lo de regreso a España me dije, mientras caminaba de Sait coud a Garches, preguntándome ¿que hacer? En una de las calles, se habrían zanjas al objeto de introducir la línea de teléfono. Pregunte como pude: "De travaiy". Se me quedaron mirando, dos de los que estaban en la zanja... "No compri"-! que apuros! - me estaba diciendo, cuando vi que uno de aquellos dos se dirigió hasta donde se encontraba otro, armado de pico y pala: "Ca va": Si travayo vene o chefe" Aquello se complicaba pero le entendí (Fuimos luego amigos, y tengo una triste historia sobre el que os pasaré algún día y que propició que ensayara a través de ella una novela corta, que me proporcionó la satisfacción de verme clasificado en un concurso) era portugués: Manuel era su nombre... me presto un billete de mil, francos antiguos. Yo no quería, pero al final, al día siguiente acepte... hasta compartí su comida. El cielo se me había abierto. La "chambré" miserable en la que vivía, la había abandonado, y el día del encuentro casual, ya no sabía donde iba a dormir. No había agarrado un pico en mi vida, si la azada y esto me permitió estar a la altura de las circunstancias... tal vez muy por encima, puesto que como anécdota, y mis conocimientos de albañilería; Manuel y yo, a los quince días nos vimos, cobrando 30 francos mas que los otros. Esto merece una narración apartee, entere otras con mi amigo Manuel, que... desgraciadamente no lo fue por mucho tiempo.
Cabría señalar de esta enseñanza, que desde aquel día que la necesidad del estomago me lo pedía, que jamás el resto de mi vida me ha faltado trabajo: que el pico y la pala durante días me sonó a música de violines. Este detalle lo he contado muchas veces, tratando de inculcar, hasta donde llega la necesidad. A veces, lo sigo contando a quienes al rededor de MI mesa, se sentaron y aún se sientan, solo para lanzarse a platos bien colmados, sin preguntarse como han llegado hasta ahí. Que tome nota quien lo desee, mi relato ha sido y sigue siendo gratuito.
LIBERTAD.
Gracias a todos POR TENER ALGO QUE CONTAR y llenar los huecos vacíos..."Mecí" al autor del escrito sin firma, por hacerme recordar, alguna anécdota de la ciudad que me dio cobijo 15 años. Lo he leído con atención: no tiene desperdicio. Amigo mío:"me has trasladado" a una época de mi vida, en la que quise saber y aprendí. Aprendí que se hacen amigos en cualquier lugar de la tierra; basta ofrecer tu amistad. Andaba yo un día de Boulogne a Saint Cloud, con el dinero justo para un café, me dirigía a casa de una familia andaluza, "un redez vous" por motivos de trabajo-hacía mucho frío-. Con "le monsiur" que tenía dicha cita, hacía unos minutos que había marchado, por lo que me sentí desolado. Comenzó a nevar y retorné sobre mis pasos, Sentí tentación de contar mi situación pero opte por callar... me queda lo de regreso a España me dije, mientras caminaba de Sait coud a Garches, preguntándome ¿que hacer? En una de las calles, se habrían zanjas al objeto de introducir la línea de teléfono. Pregunte como pude: "De travaiy". Se me quedaron mirando, dos de los que estaban en la zanja... "No compri"-! que apuros! - me estaba diciendo, cuando vi que uno de aquellos dos se dirigió hasta donde se encontraba otro, armado de pico y pala: "Ca va": Si travayo vene o chefe" Aquello se complicaba pero le entendí (Fuimos luego amigos, y tengo una triste historia sobre el que os pasaré algún día y que propició que ensayara a través de ella una novela corta, que me proporcionó la satisfacción de verme clasificado en un concurso) era portugués: Manuel era su nombre... me presto un billete de mil, francos antiguos. Yo no quería, pero al final, al día siguiente acepte... hasta compartí su comida. El cielo se me había abierto. La "chambré" miserable en la que vivía, la había abandonado, y el día del encuentro casual, ya no sabía donde iba a dormir. No había agarrado un pico en mi vida, si la azada y esto me permitió estar a la altura de las circunstancias... tal vez muy por encima, puesto que como anécdota, y mis conocimientos de albañilería; Manuel y yo, a los quince días nos vimos, cobrando 30 francos mas que los otros. Esto merece una narración apartee, entere otras con mi amigo Manuel, que... desgraciadamente no lo fue por mucho tiempo.
Cabría señalar de esta enseñanza, que desde aquel día que la necesidad del estomago me lo pedía, que jamás el resto de mi vida me ha faltado trabajo: que el pico y la pala durante días me sonó a música de violines. Este detalle lo he contado muchas veces, tratando de inculcar, hasta donde llega la necesidad. A veces, lo sigo contando a quienes al rededor de MI mesa, se sentaron y aún se sientan, solo para lanzarse a platos bien colmados, sin preguntarse como han llegado hasta ahí. Que tome nota quien lo desee, mi relato ha sido y sigue siendo gratuito.
LIBERTAD.