Nieblas
¡Ya pronto anochece!
¡Qué triste esta el cielo!
El aire cimbrea
los álamos secos,
ya hay nieve en las cumbres del monte,
la luna amarillea
se refleja en los campos desiertos.
Ya tienden las aves
medrosas el vuelo,
ya chillan los búhos,
¡ya viene el invierno!
Ya empiezan las noches lluviosas,
¡qué largas qué frías!
Las noches del mes de los muertos.
Me abrasan tus manos,
me hielan los besos
que brotan tus labios
violados y secos.
¡Qué pálida estás, vida mía!
¡Qué aprisa respiras!
No tan cerca…, me queda tu aliento.
¡No llores! ¡No llores!
Por Dios te lo ruego;
clava en mí tus ojos,
que miren serenos;
no me mires así… de ese modo;
te flota en la vista
algo vago que luce siniestro.
Ven a la ventana:
Ya el aire sereno
sacude la lluvia en las hojas,
la palma vacila
alos dulces embates del viento.
¡No llores, mi vida!
Por Dios te lo ruego;
viviremos juntos
bajo el mismo techo;
¡tengo sangre y es tuya, no llores!
Manuel Paso (1864-1901)
¡Ya pronto anochece!
¡Qué triste esta el cielo!
El aire cimbrea
los álamos secos,
ya hay nieve en las cumbres del monte,
la luna amarillea
se refleja en los campos desiertos.
Ya tienden las aves
medrosas el vuelo,
ya chillan los búhos,
¡ya viene el invierno!
Ya empiezan las noches lluviosas,
¡qué largas qué frías!
Las noches del mes de los muertos.
Me abrasan tus manos,
me hielan los besos
que brotan tus labios
violados y secos.
¡Qué pálida estás, vida mía!
¡Qué aprisa respiras!
No tan cerca…, me queda tu aliento.
¡No llores! ¡No llores!
Por Dios te lo ruego;
clava en mí tus ojos,
que miren serenos;
no me mires así… de ese modo;
te flota en la vista
algo vago que luce siniestro.
Ven a la ventana:
Ya el aire sereno
sacude la lluvia en las hojas,
la palma vacila
alos dulces embates del viento.
¡No llores, mi vida!
Por Dios te lo ruego;
viviremos juntos
bajo el mismo techo;
¡tengo sangre y es tuya, no llores!
Manuel Paso (1864-1901)