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CUENCA DE CAMPOS: - ¡Qué mal, gritó la mona,...

- ¡Qué mal, gritó la mona,
que estoy sin rabo!
- ¡Qué mal estoy sin astas!,
repuso el asno.

Y dijo el topo:
-más debo yo quejarme,
que estoy sin ojos.

No reniegues, Camilo,
de tu fortuna;
que otros podrán dolerse
más de la suya.

Si se repara,
nadie en el mundo tiene
dicha colmada.