"EL ESTABLO"
Al llegar la media noche
y al romper en llanto el Niño
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo.
Y se fueron acercando
y alargaron hasta el Niño
los cien cuellos anhelantes
como un bosque sacudido.
Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exaló sin ruido
y sus ojos fueron tiernos
como llenos de rocio.
Una oveja lo frotaba
contra su vellón suavísimo
y las manos le lamían
en cuclillas dos cabritos.
Las parades del establo
se cubrieron sin sentirlo
de faisanes y de ocas
y de gallos y de mirlos.
Los faisanes descendieron
y pasaban sobre el Niño
la gran cola de colores
y las ocas de anchos picos.
Arreglabanle las pajas
y el enjambre de los mirlos
era un velo palpitante
sobre aquél recien nacido.
Y la Virgen entre cuernos
y resuellos blanquecinos
trastocada iba y venía
sin poder coger al Niño
Y José llegaba riendo
a acudir a la sin tino
y era como bosque al viento
el establo conmovido.
Al llegar la media noche
y al romper en llanto el Niño
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo.
Y se fueron acercando
y alargaron hasta el Niño
los cien cuellos anhelantes
como un bosque sacudido.
Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exaló sin ruido
y sus ojos fueron tiernos
como llenos de rocio.
Una oveja lo frotaba
contra su vellón suavísimo
y las manos le lamían
en cuclillas dos cabritos.
Las parades del establo
se cubrieron sin sentirlo
de faisanes y de ocas
y de gallos y de mirlos.
Los faisanes descendieron
y pasaban sobre el Niño
la gran cola de colores
y las ocas de anchos picos.
Arreglabanle las pajas
y el enjambre de los mirlos
era un velo palpitante
sobre aquél recien nacido.
Y la Virgen entre cuernos
y resuellos blanquecinos
trastocada iba y venía
sin poder coger al Niño
Y José llegaba riendo
a acudir a la sin tino
y era como bosque al viento
el establo conmovido.