FOMPEDRAZA: NUEVA CARAVANA!1 Se buscan mujeres, preferiblemente...

NUEVA CARAVANA!1
Se buscan mujeres, preferiblemente de Valladolid
Casi la mitad de la población de Fompedraza son hombres solteros, un dato que pone en entredicho su supervivencia • La solución pasa por las caravanas de mujeres; ya preparan la tercera

Lorena Sancho
Se necesitan mujeres de entre 25 y 50 años, a ser posible vallisoletanas, que estén dispuestas a formar un hogar con agricultores solteros del municipio de Fompedraza...». No es un anuncio de la sección de avisos de un periódico, ni forma parte del guión de una película del lejano oeste. Es, simplemente, el tercer mensaje de auxilio a la despoblación que en los últimos cuatro años lanza Fompedraza para atajar su agonía, el llamamiento de ayuda de un municipio de tan sólo 80 habitantes que se ve abocado a desaparecer si sus más de 30 ‘solterones’ no cambian en breve el austero signo negativo de su tasa de natalidad.

La historia se repite, mejor dicho, se tripite, y los hombres de la comarca ponen de nuevo su fe en la creencia de que su salvación pasa por otra caravana de mujeres. Aún no hay fecha fijada, pero tienen claro que en las bases de este tercer encuentro primarán las féminas vallisoletanas. El objetivo: asegurarse el mayor éxito posible. «En total, de las dos caravanas salieron cinco parejas, tres en Fompedraza, una en Canalejas y otra en Campaspero, pero ninguna sobrepasó un año de unión. En parte es normal, porque la mayoría eran mujeres sudamericanas», se lamenta el que fuera promotor de las iniciativas, Saturnino Bernal, más conocido como ‘Satur’.

Precisamente, una de estas uniones amorosas de las que habla Satur estuvo protagonizada por él. La noche del 26 de octubre del año 2002, fecha de la primera caravana, conoció a María Eugenia, una colombiana de 45 años con la que compartió tres meses de relación, que no amor. «Las mujeres no vienen a tomárselo en serio, vienen a pasárselo bien, igual que nosotros. Yo no me enamoré de ella, pero reconozco que fue una buena experiencia porque conocí Madrid y por primera vez me monté en Metro», dice Satur con cara de satisfacción.

La desconfianza hacia las participantes de otros países «que pueden venir sólo a por el dinero», su elevada edad y la distancia que posteriormente les separa son graves impedimentos para que surja la chispa del amor. De ahí el requisito de que a partir de ahora las interesadas en participar sean de poblaciones cercanas. «No se les va a cobrar nada, al revés, se les va a tratar como reinas», anima el hostelero.

La pionera iniciativa en la provincia vallisoletana ha colgado el sambenito a Fompedraza, cuyos vecinos reconocen que cualquier forastero que pasa por allí pregunta por la caravana. «Se nos conoce por eso, pero no creo que sea malo, se hace por el bien del pueblo», opinan Eduardo y Jorge, dos de los pocos jóvenes que viven en la localidad. Ellos, a diferencia de la mayor parte de los vecinos de su edad, siguen vinculados al medio rural gracias al empleo generado por dos bodegas asentadas recientemente en el término municipal de Fompedraza. «Las bodegas pueden ser la salvación del pueblo, que están dentro de la Ribera del Duero, porque crearían puestos de trabajo», matizan.

La alcaldesa, Amparo Arranz, que curiosamente rige en un pueblo donde los hombres son más que mayoría, no lo ve tan claro. Cree que las mujeres ya se han acostumbrado a la vida en la ciudad y que sus maridos han hecho lo propio con su traslado diario hasta sus labores agrícolas en el pueblo. En cambio, ve con buenos ojos la caravana, cree que es una gran esperanza para los hombres que ya superan la barrera de los 50. «Me encantaría que saliera alguna pareja, de verdad», exclama con anhelo. Quién sabe. Dicen que a la tercera va la vencida.



Un desconocido negocio que alegra la soltería de los pueblos. Tienen decenas de mujeres a su disposición, encantadas de pasar un día agradable fuera de la rutina madrileña. La Asociación de Caravanas de Mujeres (Asocamu) se encarga anualmente de preparar este tipo de iniciativas por distintos puntos de la geografía española (entre ellas, las de Fompedraza) con el objetivo de rebajar el «elevado número de solteros que alberga el país». Basta con una llamada procedente de cualquier pueblo para que Sagrario, Pedro o Manuel, gerentes del negocio, reúnan a medio centenar de voluntarias que tengan ganas de conocer al hombre de su vida. «El sesenta por ciento son extranjeras, pero también hay mujeres muy bien presentadas, e incluso de urbanizaciones cotizadas de Madrid», explica Sagrario Páramo.

Las participantes serán seleccionadas en función de la edad de los hombres que requieren su presencia. Después, aportarán la cantidad de 12 euros para costear el autocar, parte de la comida y el baile. El resto será cosa suya. «Es gente que igual no tiene tantas ganas de encontrar pareja, sino que quiere divertirse. Pero nada de prostitutas como dicen las malas lenguas», concluye.