EN LOS PARAMOS DE LA CASTILLA SECA Y POLVORIENTA
En aquella
noche del mes de julio, del año mil novecientos ochenta y ocho, los trigales estaban siendo segados, en las llanuras de la Castilla seca y polvorienta, y una maquina cosechadora, estaba trabajando sobre el cereal, sin importarles la noche, ya que eran sobre las dos de la madrugada, y el trigal estaba todavía caliente, con una temperatura de unos veinticinco grados de calor. Pero de pronto en el lugar de la siega, llamado Valdelahelice,
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