UNA TARDE DE VERANO TENEBROSA
Aquella tarde de primeros de junio, cuando los viñedos se araban de mayo, al empezar la tarde los relámpagos empezaron a dejar sus truenos por los campos lasecanos, eran relámpagos continuados, con su ruido atronador que daba miedo, parece ser que empezó diluviando, y de vez en cuando cayendo granizo, la tarde parecía de terror, las gentes que estaban trabajando no pudieron continuar, ya que los surcos de entonces se llenaron de agua, y la gran avenida de esa agua que venía desde la zona de Rodilana y Valtarre, era imposible de cruzar, de frente de los soportales de la Huerta de la Alegre, la gente esperaba que bajara dicha corriente para pasar de un lado al otro, La Calle del Cristo, el agua llegaba a sus aceras, que entonces eran mucho más altas, La tarde que agonizaba y seguía de vez en cuando dando sus truenos en la lejanía, imponía respeto, los ancianos de entonces comentaban, esta avenida ha sido de las más grandes conocidas en La Seca, ya que por la parte del Camino Hondo, parece ser que el camino era tapado todo el por la cantidad de agua de dicha tormenta, Las eras no habían empezado a usarse en plan de trilla, pienso y me imagino que debió de ser el año de 1960, aquella tarde de tormenta, el pararrayos de la Torre debió de parar muchos relámpagos, al ser una tormenta con mucho aparato eléctrico, y siendo el punto más alto del valle, quiso ser ese paragolpes de los peligros, La tormenta quizá durase unas tres horas la parte más grabe, aunque los relámpagos y truenos de la lejanía seguían sonando incluso siendo ya de noche, Son recuerdos de mi juventud lejana, que mantengo en mi mente, y que si pasara hoy, seria mucho más grabe, ya que la salida del agua hacia el Río Duero, era la Calle del Cristo, que al subir su superficie, quedaron las aceras para adornar la calle, pero aquella cantidad de agua que corría por allí hoy es imposible que corra, No todo vale en la vida, no se puede estrenar traje, si estas por dentro echo una persona sin higiene, ni cuidado físico, y encima llevas los zaparos roidos y la camisa llena de manchas, esto fue la chapuza que hicieron en dicha calle, salida natural de las grandes avenidas tormentosas en dicho valle de La Seca. Esperemos que la Madre Naturaleza no se enfade, y mande una tromba de agua de aquellas que aun guardo en mi memoria. G X Cantalapiedra.
Aquella tarde de primeros de junio, cuando los viñedos se araban de mayo, al empezar la tarde los relámpagos empezaron a dejar sus truenos por los campos lasecanos, eran relámpagos continuados, con su ruido atronador que daba miedo, parece ser que empezó diluviando, y de vez en cuando cayendo granizo, la tarde parecía de terror, las gentes que estaban trabajando no pudieron continuar, ya que los surcos de entonces se llenaron de agua, y la gran avenida de esa agua que venía desde la zona de Rodilana y Valtarre, era imposible de cruzar, de frente de los soportales de la Huerta de la Alegre, la gente esperaba que bajara dicha corriente para pasar de un lado al otro, La Calle del Cristo, el agua llegaba a sus aceras, que entonces eran mucho más altas, La tarde que agonizaba y seguía de vez en cuando dando sus truenos en la lejanía, imponía respeto, los ancianos de entonces comentaban, esta avenida ha sido de las más grandes conocidas en La Seca, ya que por la parte del Camino Hondo, parece ser que el camino era tapado todo el por la cantidad de agua de dicha tormenta, Las eras no habían empezado a usarse en plan de trilla, pienso y me imagino que debió de ser el año de 1960, aquella tarde de tormenta, el pararrayos de la Torre debió de parar muchos relámpagos, al ser una tormenta con mucho aparato eléctrico, y siendo el punto más alto del valle, quiso ser ese paragolpes de los peligros, La tormenta quizá durase unas tres horas la parte más grabe, aunque los relámpagos y truenos de la lejanía seguían sonando incluso siendo ya de noche, Son recuerdos de mi juventud lejana, que mantengo en mi mente, y que si pasara hoy, seria mucho más grabe, ya que la salida del agua hacia el Río Duero, era la Calle del Cristo, que al subir su superficie, quedaron las aceras para adornar la calle, pero aquella cantidad de agua que corría por allí hoy es imposible que corra, No todo vale en la vida, no se puede estrenar traje, si estas por dentro echo una persona sin higiene, ni cuidado físico, y encima llevas los zaparos roidos y la camisa llena de manchas, esto fue la chapuza que hicieron en dicha calle, salida natural de las grandes avenidas tormentosas en dicho valle de La Seca. Esperemos que la Madre Naturaleza no se enfade, y mande una tromba de agua de aquellas que aun guardo en mi memoria. G X Cantalapiedra.