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LA SECA: AQUEL HOMBRE DE LAS MANOS BONITAS...

AQUEL HOMBRE DE LAS MANOS BONITAS
Aquel hombre que su infancia y juventud se pasó trabajando en la agricultura, llego a tener las manos más bonitas de su entorno, Parece ser que su padre fue un trabajador habilidoso y fuerte, y al morir en un hospital de la capital de España, por los efectos del tabaco en sus pulmones, le revisaron las manos, el doctor que le examino le apretó las manos que eran bien echas, y diciéndole que donde y como había trabajado, y si uso azufre y sulfato, el hombre casi para morir le contesto, he trabajado en todas las faenas de la agricultura, he estado en dos malditas guerras, como fue la incivil de 1936, y la Revolución de Asturias, producida por los mineros, cuando cumplía el servicio militar en la Republica, y ahora estoy malo de verdad, El doctor le consoló diciéndole, son las manos más fuertes y bellas que tuve en mis manos de médico. A los pocos días fallecía, aunque a dicho medico le habló de la eutanasia, y el médico le dijo que era imposible. El hijo de este señor, llego a tener las manos más bonitas que pisaban en su entorno, todos sus amigos le admiraban, y en su trabajo era un detalle el verle las manos, de vez en cuando le hacían poner las manos sobre las mesas, era todo un hombre que heredó de su padre la forma de sus manos fuertes, hasta que un mal día le cayo la maldita enfermedad de la artrosis reactiva, producida por una vacuna, de la que estuvo rondando la muerte y logró salvarse, Más le quedaron esos síntomas de manos agarrotadas, como si las tuviera entumidas, sus manos dejaron de ser las más bonitas, de su entorno, el hombre aquel acostumbrado a trabajar desde niño fuerte, ya que cuando llegó a la ciudad tenia sus manos callosas y poco cuidadas, que poco a poco fue rescatando de aquel mal estado. El hombre presumía de sus manos, más a partir de aquella vacuna las tenía en sus bolsos metidas, de vez en cuando se miraba las manos, y viendo como esa maldita enfermedad le maltrataba, quería sentirse como cuando tenía 30, años, que muchas personas le admiraban por sus manos cuidadas a tope, hasta en su trabajo diario usaba guantes, Sus manos bellas y bien llevadas, se dirigían camino de no se dónde, pero era difícil conservarlas, La vida le dio sorpresas, y una vacuna le llevo camino del más allá, donde los médicos lograron sacarle.
G X Cantalapiedra.