AQUEL HOMBRE NO VOLVIÓ
Hace ahora más de cien años, y aquel hombre que en España no conseguía divorciarse, decidido se marchó con una hermana suya para el país vecino Francia, donde su cuñado trabajaba en los ferrocarriles franceses, eran los años después de la primera guerra mundial, y el hombre esperaba trabajar allí como así fue. Aquel hombre estando en paro en su tierra castellana, veía su vida un poco inútil, y decidido se marchó para siempre, al despedirse de sus hijos y su esposa, de ella solo recibió desplantes, y palabras que le hacían sentirse mal, fue una salida tormentosa de aquel valle donde solo eran broncas diarias. Este hombre con su hermana y sobrino subieron al tren en Medina del Campo, donde en aquellos tiempos el viaje era de muchas horas hasta llegar a la frontera y seguir su camino de emigrante forzado, aquel hombre se alejaba de España, y en su corazón llevaba el dolor de un matrimonio fallido, al tener su esposa con los padres una panadería que les servía de economía. Sus ojos al pasar a Francia le salieron varias lágrimas, que no podía contener al ver la distancia de sus seres queridos, sus hijos que entendían de sobra su actitud de alejarse de aquel infierno. Llegaron hasta cerca de Paris, donde el cuñado esperaba paciente en una estación de ferrocarril la llegada de su esposa e hijo, y su cuñado que les acompañaba, Fue un viaje lleno de sorpresas, las tierras francesas le hacían pensar en su propia tierra, viñas y pinares, pero muy bien cuidados, la situación de este hombre era poco normal, ni soltero ni viudo, y sin hablar de su esposa a la que quería olvidar cuanto antes, tuvo que pasar más de un año, hasta que conoció a una señora del pueblo de Cantimpalo, Segovia, y empezó con ella una nueva vida, siendo feliz sobre aquel país que acababa de salir de esa guerra fatal, y que el trabajo no faltaba, al ser muchos los hombres franceses que dieron su vida luchando contra Alemania, su vida paso sin nadie de sus hijos supieran donde su padre terminaba su vida, la viuda de este hombre falleció con 91, años, hace ahora 55, años, y jamás volvió a saber de los pasos de su marido, que se disiparon como la niebla en primavera o verano. A veces la realidad supera con creces la ficción, como fue esta historia. G X Cantalapiedra.
Hace ahora más de cien años, y aquel hombre que en España no conseguía divorciarse, decidido se marchó con una hermana suya para el país vecino Francia, donde su cuñado trabajaba en los ferrocarriles franceses, eran los años después de la primera guerra mundial, y el hombre esperaba trabajar allí como así fue. Aquel hombre estando en paro en su tierra castellana, veía su vida un poco inútil, y decidido se marchó para siempre, al despedirse de sus hijos y su esposa, de ella solo recibió desplantes, y palabras que le hacían sentirse mal, fue una salida tormentosa de aquel valle donde solo eran broncas diarias. Este hombre con su hermana y sobrino subieron al tren en Medina del Campo, donde en aquellos tiempos el viaje era de muchas horas hasta llegar a la frontera y seguir su camino de emigrante forzado, aquel hombre se alejaba de España, y en su corazón llevaba el dolor de un matrimonio fallido, al tener su esposa con los padres una panadería que les servía de economía. Sus ojos al pasar a Francia le salieron varias lágrimas, que no podía contener al ver la distancia de sus seres queridos, sus hijos que entendían de sobra su actitud de alejarse de aquel infierno. Llegaron hasta cerca de Paris, donde el cuñado esperaba paciente en una estación de ferrocarril la llegada de su esposa e hijo, y su cuñado que les acompañaba, Fue un viaje lleno de sorpresas, las tierras francesas le hacían pensar en su propia tierra, viñas y pinares, pero muy bien cuidados, la situación de este hombre era poco normal, ni soltero ni viudo, y sin hablar de su esposa a la que quería olvidar cuanto antes, tuvo que pasar más de un año, hasta que conoció a una señora del pueblo de Cantimpalo, Segovia, y empezó con ella una nueva vida, siendo feliz sobre aquel país que acababa de salir de esa guerra fatal, y que el trabajo no faltaba, al ser muchos los hombres franceses que dieron su vida luchando contra Alemania, su vida paso sin nadie de sus hijos supieran donde su padre terminaba su vida, la viuda de este hombre falleció con 91, años, hace ahora 55, años, y jamás volvió a saber de los pasos de su marido, que se disiparon como la niebla en primavera o verano. A veces la realidad supera con creces la ficción, como fue esta historia. G X Cantalapiedra.