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LA SECA: UNA MAÑANA DE NIEBLA...

UNA MAÑANA DE NIEBLA
Hace ahora más de sesenta y algún año, cuando unas mulas con un carro de yugo circulaban por el Camino del Puerto, a las seis de la madrugada, era completamente de noche, camino de los pinares que dan al Río Duero, cerca de la llamada Carretera Blanca, cuando ya amanecía aquel domingo, la niebla era cerrada, no se divisaba ni siquiera a unos cincuenta metros, había que cortar leña de los pinos, y aquella madrugada era aparente para contar un pino fuerte, y subirle al carro para con el hacer una obra en un sotechado, Las dos hachas en la madrugada sonaban fuerte, y en poco tiempo el pino era cortado, y aquel pino con su ramas subieron al carro, y comenzó el regreso hacia la Villa, Eran tiempos donde estaba prohibido la tala de pinos, incluso el cortar las ramas de dichos árboles, aquella carga era grande, aunque las dos acémilas tenían mucha fuerza, y los dos hombres pujaban al carro para salir de dicho pinar, que era terreno arenoso, Uno de los hombres era muy joven dieciséis años, y pronto empezaría su camino de la emigración forzosa, luego en sus memorias este hombre joven entonces, recordaría aquella mañana de niebla y frío, que solamente el trabajo con el hacha le hizo entrar en calor, El camino fue tranquilo, nadie se movía en esa mañana de noviembre, parecía ser que el destino le marcaba sus condiciones, no tardaría mucho este joven en salir del valle camino de otra vida muy distinta, más siempre llevaría en su conciencia, aquella tala prohibida, aunque era el otro hombre que le acompañaba el dueño del pinar, El sonido de los hachas se le quedó gravado en su memoria, se ve que la niebla era aliada de aquel ambiente de frío castellano. Hay sonidos que se aguardan en el alma, y por muchos años que pasen están presentes. G X Cantalapiedra.