PENSANDO EN LA ULTIMA ESTACIÓN
Un amigo esta mañana me comentaba, estamos pisando en la última estación de salida, debemos tener preparado el equipaje para salir ligeros, no valen las despedidas llorosas, ni las penas que te lleves en tan temido viaje, ni hace falta coger el billete de vuelta, tan solo ir pensando que no volverás a pisar nunca dicha estación, es como un sueño donde nunca se despierta, y el tren no para de circular, no tires de la palanca de freno, en ese tren no existe, ni tampoco el revisor te pedirá tu billete, de sobra sabe donde terminara ese viaje sin retorno, los cristales deben de ser ahumados y no puedes ver el paisaje, ni tampoco existen túneles, que retumbe el tren al pasar por ellos, Es un viaje difícil, no tendrás hambre ni deseo de comer nada, los viajeros no hablaran con nadie, todos guardaran ese silencio sepulcral que a veces te impone, nadie sentirá sed, ni nadie pensará encontrar en su vagón algún conocido, será un silencio que se impondrá camino de no sé dónde, Te da igual llevar traje elegante, que tan solo unos pantalones vaqueros, al fin y al cabo, nadie va en ese tren para presumir de su riqueza. Cada cual se dejó toda su ropa y bienes en su armario, para que los descendientes o herederos pueden echar cuentas de todo aquello que nunca necesito. Esa estación dicen que no está decorada, ni tiene demasiadas luces, los andenes son anchos, para que puedan sus viajeros caminar sin prisa, pero sin pausa, y el tren arrancara sin apenas darnos cuenta, y empezara a coger velocidad sobre el terreno, nadie podrá comunicarse con ese tren, nadie ha visto jamás al maquinista, y el jefe de estación nunca se le ve, este tren sale cada día sin conocer su retorno, y tarde o temprano todos los humanos subiremos en él, aunque no nos agrade pisar dicha estación. Es como la vida misma, el final de recorrido. G X Cantalapiedra.
Un amigo esta mañana me comentaba, estamos pisando en la última estación de salida, debemos tener preparado el equipaje para salir ligeros, no valen las despedidas llorosas, ni las penas que te lleves en tan temido viaje, ni hace falta coger el billete de vuelta, tan solo ir pensando que no volverás a pisar nunca dicha estación, es como un sueño donde nunca se despierta, y el tren no para de circular, no tires de la palanca de freno, en ese tren no existe, ni tampoco el revisor te pedirá tu billete, de sobra sabe donde terminara ese viaje sin retorno, los cristales deben de ser ahumados y no puedes ver el paisaje, ni tampoco existen túneles, que retumbe el tren al pasar por ellos, Es un viaje difícil, no tendrás hambre ni deseo de comer nada, los viajeros no hablaran con nadie, todos guardaran ese silencio sepulcral que a veces te impone, nadie sentirá sed, ni nadie pensará encontrar en su vagón algún conocido, será un silencio que se impondrá camino de no sé dónde, Te da igual llevar traje elegante, que tan solo unos pantalones vaqueros, al fin y al cabo, nadie va en ese tren para presumir de su riqueza. Cada cual se dejó toda su ropa y bienes en su armario, para que los descendientes o herederos pueden echar cuentas de todo aquello que nunca necesito. Esa estación dicen que no está decorada, ni tiene demasiadas luces, los andenes son anchos, para que puedan sus viajeros caminar sin prisa, pero sin pausa, y el tren arrancara sin apenas darnos cuenta, y empezara a coger velocidad sobre el terreno, nadie podrá comunicarse con ese tren, nadie ha visto jamás al maquinista, y el jefe de estación nunca se le ve, este tren sale cada día sin conocer su retorno, y tarde o temprano todos los humanos subiremos en él, aunque no nos agrade pisar dicha estación. Es como la vida misma, el final de recorrido. G X Cantalapiedra.