LA NIEBLA POR MARTÍN SANCHO
Aquel día de niebla del invierno del año 1820, debió de ser terrible, aquel hombre campesino de toda su vida fue a podar su viña, en el pago de Martín Sancho, como a unos ocho kilómetros de la Villa donde vivía. La Seca. Aquella mañana debió de ser heladora, según comentaron los que la conocieron y sufrieron, parece ser que este hombre salió de su domicilio con la niebla ya cerrada, y aun siendo de noche, durante todo el día veía venir como nubes que le tapaban la visibilidad, su burro atado a una cepa, con su cebadera parecía tiritar de frío, el nombre aquel viendo el día tan crudo, decidió a media tarde marcharse a su domicilio, que no le resultaría tan fácil, intento coger lo que hoy día es el Camino del Puerto, pasar por Las Planas, para terminar en la Calle del Cristo, eso parecía ser su voluntad, más el burro se debió de despistar, con tanta niebla todo el entorno le debía parecer lo mismo, y el hombre aquel cargado de ir allí veces, no notaba la diferencia, era una niebla que no dejaba ver ni a cuatro metros de distancia, por eso el burro se perdió por aquel camino, y llego hasta Las Cañadas, y giro hasta llegar a La Poza la Veguilla, para seguir el camino de La Villa de San Martín y poder llegar al Calvario Viejo, y allí seguir hasta su domicilio, Su esposa e hijos le llamaron loco, diciéndole que como se había ido a podar en ese día tan tenebroso, Aquel hombre fuerte y labrador de toda su vida, esa tarde paso miedo, la vista no le fallaba, era que la niebla densa venida del Río Duero, se hizo fuerte, y la mayoría de las personas de esa Villa se quedaron en su casa. Para no sufrir un día tan cruel en sus huesos. El Hombre que tenía 50, años comentó, “Nunca vi cosa igual, los sarmientos estaban todos congelados, y la tierra helada en el suelo, hasta el burro temblaba de frío y eso que le tenia tapado con una manta, Eran días de no poder salir de casa, los hielos colgaban de las tejas y el frío penetraba hasta las bodegas subterráneas, que eran entonces la producción del vino verdejo, Ya que esa Villa siempre fue la Cuna del Verdejo, y esos pagos o términos junto al Río Duero, llevan siglos dando tan preciado fruto. G X Cantalapiedra.
Aquel día de niebla del invierno del año 1820, debió de ser terrible, aquel hombre campesino de toda su vida fue a podar su viña, en el pago de Martín Sancho, como a unos ocho kilómetros de la Villa donde vivía. La Seca. Aquella mañana debió de ser heladora, según comentaron los que la conocieron y sufrieron, parece ser que este hombre salió de su domicilio con la niebla ya cerrada, y aun siendo de noche, durante todo el día veía venir como nubes que le tapaban la visibilidad, su burro atado a una cepa, con su cebadera parecía tiritar de frío, el nombre aquel viendo el día tan crudo, decidió a media tarde marcharse a su domicilio, que no le resultaría tan fácil, intento coger lo que hoy día es el Camino del Puerto, pasar por Las Planas, para terminar en la Calle del Cristo, eso parecía ser su voluntad, más el burro se debió de despistar, con tanta niebla todo el entorno le debía parecer lo mismo, y el hombre aquel cargado de ir allí veces, no notaba la diferencia, era una niebla que no dejaba ver ni a cuatro metros de distancia, por eso el burro se perdió por aquel camino, y llego hasta Las Cañadas, y giro hasta llegar a La Poza la Veguilla, para seguir el camino de La Villa de San Martín y poder llegar al Calvario Viejo, y allí seguir hasta su domicilio, Su esposa e hijos le llamaron loco, diciéndole que como se había ido a podar en ese día tan tenebroso, Aquel hombre fuerte y labrador de toda su vida, esa tarde paso miedo, la vista no le fallaba, era que la niebla densa venida del Río Duero, se hizo fuerte, y la mayoría de las personas de esa Villa se quedaron en su casa. Para no sufrir un día tan cruel en sus huesos. El Hombre que tenía 50, años comentó, “Nunca vi cosa igual, los sarmientos estaban todos congelados, y la tierra helada en el suelo, hasta el burro temblaba de frío y eso que le tenia tapado con una manta, Eran días de no poder salir de casa, los hielos colgaban de las tejas y el frío penetraba hasta las bodegas subterráneas, que eran entonces la producción del vino verdejo, Ya que esa Villa siempre fue la Cuna del Verdejo, y esos pagos o términos junto al Río Duero, llevan siglos dando tan preciado fruto. G X Cantalapiedra.