DESCEPANDO UN VIÑEDO VERDEJO
Era el año de 1953, en La Seca hubo ordenes de arriba, donde se pedía que fueran descepadas ciertas viñas, sobre todo las ultimas plantadas, era el alcalde de la Villa, Claudio Ampudia, más la mayoría de la población hizo oídos sordos, incluso se amenazaba con sanciones económicas, más los vecinos sabían de sobra que ciertas tierras solo servían para viñedos, que lo que se quería en aquellos años era colectar muchos cereales. Aquel bando Municipal pasaría al olvido, Más en aquellos años se desceparon muchas viñas verdejas con siglos, al ser su producción muy pequeña, En Cantarranas, termino, en el Camino de La Peña, un padre y su hijo con un carro y dos burros, desceparon un viñedo de los que eran eriales, El padre con su azadón de pico y pala, arrancaba las cepas con facilidad, ya que sus partes enterradas estaban medio secas, eran cepas con sus brazos de lucir en la vendimia esos racimos verdejos tan dulces, que son de uvas pequeñas, que su calidad supera estando bien maduras los quince grados, Aquella mañana del otoño, con esa niebla que se hace fuerte cuando viene del Duero, El padre arrancando las cepas, y el niño con ocho años llevándolas al carro, donde los dos burros estaban atados a las diferentes ruedas, con sus cebaderas, aquel trabajo que era duro, termino sobre las tres de la tarde, entonces el carro cargado de cepas salió camino de La Villa, El hombre y el niño solo tenían de recompensa las cepas, que ya eran una fuente de calor para el invierno aquel que estaba entrando, Descepar aquellas viñas verdejas con siglos, fueron para los propietarios un regalo, ya que no tuvieron que pagar nada por arrancarlas, Viñas que fueron unos años sembradas de cereales, y con el tiempo se plantaron nuevos viñedos algunos en espaldera, Hay historias que mi memoria no olvida, y términos que pise en mi infancia, cuando lo suyo era que hubiera estado en el colegio, más no era yo solo, cantidad de compañeros de la clase, faltaban algunos días por ayudar a sus familias, y poder arreglar un poco aquellas economías sufridas de la posguerra en las familias numerosas, quizá en La Seca, llegó a ver más de quince zagalillos ganando sueldos de miseria, más en aquellos años todo valía, y nadie protestaba ni reclamaba, existía el conformismo de estabas allí aguantando, o te quedaba el camino de la Emigración forzosa, donde fuera, incluso con una edad demasiado joven.
G X Cantalapiedra.
Era el año de 1953, en La Seca hubo ordenes de arriba, donde se pedía que fueran descepadas ciertas viñas, sobre todo las ultimas plantadas, era el alcalde de la Villa, Claudio Ampudia, más la mayoría de la población hizo oídos sordos, incluso se amenazaba con sanciones económicas, más los vecinos sabían de sobra que ciertas tierras solo servían para viñedos, que lo que se quería en aquellos años era colectar muchos cereales. Aquel bando Municipal pasaría al olvido, Más en aquellos años se desceparon muchas viñas verdejas con siglos, al ser su producción muy pequeña, En Cantarranas, termino, en el Camino de La Peña, un padre y su hijo con un carro y dos burros, desceparon un viñedo de los que eran eriales, El padre con su azadón de pico y pala, arrancaba las cepas con facilidad, ya que sus partes enterradas estaban medio secas, eran cepas con sus brazos de lucir en la vendimia esos racimos verdejos tan dulces, que son de uvas pequeñas, que su calidad supera estando bien maduras los quince grados, Aquella mañana del otoño, con esa niebla que se hace fuerte cuando viene del Duero, El padre arrancando las cepas, y el niño con ocho años llevándolas al carro, donde los dos burros estaban atados a las diferentes ruedas, con sus cebaderas, aquel trabajo que era duro, termino sobre las tres de la tarde, entonces el carro cargado de cepas salió camino de La Villa, El hombre y el niño solo tenían de recompensa las cepas, que ya eran una fuente de calor para el invierno aquel que estaba entrando, Descepar aquellas viñas verdejas con siglos, fueron para los propietarios un regalo, ya que no tuvieron que pagar nada por arrancarlas, Viñas que fueron unos años sembradas de cereales, y con el tiempo se plantaron nuevos viñedos algunos en espaldera, Hay historias que mi memoria no olvida, y términos que pise en mi infancia, cuando lo suyo era que hubiera estado en el colegio, más no era yo solo, cantidad de compañeros de la clase, faltaban algunos días por ayudar a sus familias, y poder arreglar un poco aquellas economías sufridas de la posguerra en las familias numerosas, quizá en La Seca, llegó a ver más de quince zagalillos ganando sueldos de miseria, más en aquellos años todo valía, y nadie protestaba ni reclamaba, existía el conformismo de estabas allí aguantando, o te quedaba el camino de la Emigración forzosa, donde fuera, incluso con una edad demasiado joven.
G X Cantalapiedra.