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LA SECA: UN DIA DE NIEBLA CERRADA DE NOVIEMBRE. ...

UN DIA DE NIEBLA CERRADA DE NOVIEMBRE.
Aquel matrimonio con dos hijos se veía en la indigencia, era el año de 1950, el hombre estaba sin trabajo, y los hijos eran demasiado pequeños para conocer su drama, La esposa estaba dispuesta a salir de aquel valle de Castilla, donde en aquellos años la emigración era forzosa, vivian en una casa baja prestada, y sin comentar a nadie su marcha prepararon su viaje hacia el Norte de España, sin que nadie supiera sus intenciones, solamente un hermano del marido les ayudo en su huida, sobre un burro cargaron algunos objetos, y los niños montados para aguantar aquel viaje a la estación de ferrocarril, distante a ocho kilómetros, el camino fue duro, y sabiendo que dejaban detrás deudas en la panadería y comercio de ultramarinos, más algún crédito a sus vecinos y familiares, todo les resulto difícil, hasta la salida de aquel pueblo con la niebla cerrando su paso, el hermano al despedirles les deseo suerte, y volvió a su valle con su burro en la noche negra y aun más con niebla cerrada, el tren marchaba sin demasiada prisa, y hasta muy de día no llego al país Vasco, donde si les esperaba un amigo en la estación de Bilbao, aquel matrimonio tuvo que acoplarse en una cueva de las afueras de esa capital, viviendo casi de limosnas, pronto el hombre consiguió un trabajo en la construcción, y poco a poco fueron saliendo adelante, los hijos consiguieron estudiar, y formarse en su nueva vida, que consiguieron vivir en un piso para dos familias, se decía entonces con derecho a cocina, era una vida dura y económica, más nunca más volvieron a su tierra, cierto que ni les hablaban a los hijos de sus familiares, y aun menos de las deudas que dejaron por no tener dinero ni propiedades para hacerlas frente, Aquel hombre obrero ni tenía tan siquiera un burro para haberle vendido, todo eran problemas, solo el olvido les dejó seguir adelante sin demasiados recuerdos, no le agradaba que nadie le preguntara de donde era, el solo contestaba soy ciudadano del mundo, que en aquellos tiempos era decir demasiado, la vida de esta familia fue mejorando, sus hijos no conocieron en Vascongadas la miseria y mucho menos el hambre, fueron vidas dignas, aunque detrás se quedará el olvido más terrible, el no poder ni pagar el pan de cada día, Nunca más volvieron a su tierra, ni comentaban nada de aquel tiempo donde tantas horas pasaron pensando en tan mal presente. Hay personas que abandonaron su pueblo, y con ellos se fue para siempre el no volver a pisar allí jamás. G X Cantalapiedra.