La iglesia de mi pueblo. ¡Cuántos recuerdos vividos! Buenos, malos, regulares e. t. c. Desde mi nacimiento hasta mi matrimonio, pasando por mi primera comunión y mi confirmación. La de vivencias que pasamos corriendo por sus alrededores y diciendo a la cigüeña que nos tragera un hermanito. ¡qué inocentes que éramos y qué felices y creativas porque como no teníamos nada! La de bautizos que habremos ido esperando que nos echaran algún caramelo o alguna peseta, entonces! El día de mi boda, uno de los ... (ver texto completo)