Estación ferroviaria, en la que desde niño, me ha tocado hacer muchos trasbordos de trenes para ir o venir hacia Santander. También de mayor han sido numerosas las tardes y noches, que por razones propias de mi trabajo, he tenido que pernoctar en ella. Siempre tuvo mucho movimiento de trenes y personas, era el nudo neurálgico para ir o venir del note y noroeste península al centro o Portugal, tanto para viajeros como para mercancías. Actualmente aquel trasiego a desaparecido, ya no es preciso tener tres salas de espera -ni por el número de viajeros, ni por separar a las personas en función de su poder adquisitivo-, cada vez son menos las personas que utilizan el ferrocarril y, si a ello unimos el AVE, este nudo va a menos. En cuanto a las mercancías, la carretera se lleva la grasa.