MÁS ALLÁ DE LA NAVIDAD II
¡Oh Jerusalén! “Tus enemigos… te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra (S. Lucas 19: 43-44). Con esta aseveración comenzaba yo mi escrito “Más allá del muro y la muralla” hace ya más de siete años.
Recuerdo mi viaje a Tierra Santa, poco santa. Merece la pena volver a mirarlo ahora en una nueva Navidad, aunque algo lejana. Rememoro los lugares que recorrimos como Nazaret, el pueblo de la Virgen María, viendo el “pozo” donde el ángel San Gabriel le anunció la buena nueva. (Mi hija también concibió a mi nieto Jesús de seis años por aquellas tierras).
Israel es un lugar mágico viendo el templo de la Anunciación, donde persiste la memoria de unos hechos en el que se desarrolló el nacimiento de Jesucristo y más tarde su muerte. Un lugar que no deja indiferente a creyentes ni no creyentes. Pisar por los mismos lugares, donde se le bautizó, donde creció con su madre María, un niño como los demás, quizá pensando en cambiar los destinos del mundo, pero no los cambió.
El viejo escenario de Jerusalén, que parece hecho del cartón piedra de las películas… Aquello se te queda impregnado para siempre viendo el Santo Sepulcro y el muro de las lamentaciones, donde tantas religiones rezan sus oraciones, metiendo papelitos entre sus pétreas ranuras que nunca leerá nadie. Las ruinas del templo de Salomón al aire libre donde el poder glorioso ha aclamado históricamente por “la salvación del hombre”.
Recuerdo bien el subterráneo donde tuvieron prisionero a Jesús la noche antes de la crucifixión, el huerto de los olivos donde sudó sangre, antes de cargarle con la Cruz, por las calles del calvario, todo el recorrido del vía crucis, hasta llegar al Gólgota donde murió y, resucitó al tercer día, según las escrituras.
Hoy día si volviera un hombre tan revolucionario capaz de cambiar conciencias, de “restablecer” este mundo de auténtica locura, algunos le seguirían preguntando como en el evangelio de S. Mateo (17,10-13): ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías? Él les contestó: Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que ya ha venido y no le reconocieron. Refiriéndose al profeta Juan el Bautista”.
En el mundo de hoy también se mostraría tan revolucionario, como otros muchos que han pasado sin pena ni gloria. ¿Qué ocurriría hoy en día en nuestro mundo con un Cristo Dios…? La tecnología sin conciencia humana, al margen de la Iglesia y la política y “el nuevo orden mundial”. Su vida y su obra no sería distinta a la que fue. El ser humano no cambia de condición y comete los mismos errores humanos. ¿Qué se puede esperar…? Ha habido más de 20.000 mil guerras desde entonces y las que nos esperan… Morir en la cruz o quizá volver a morir en el olvido.
El bienestar y el malestar de este mundo sin remedio no lo resuelve nadie. Aunque todos los años vuelvan a sonar muchos villancicos, muchas sonrisas y felicitaciones un tanto superficiales, más allá de la Navidad.
Jacinto Herreras Marín
¡Oh Jerusalén! “Tus enemigos… te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra (S. Lucas 19: 43-44). Con esta aseveración comenzaba yo mi escrito “Más allá del muro y la muralla” hace ya más de siete años.
Recuerdo mi viaje a Tierra Santa, poco santa. Merece la pena volver a mirarlo ahora en una nueva Navidad, aunque algo lejana. Rememoro los lugares que recorrimos como Nazaret, el pueblo de la Virgen María, viendo el “pozo” donde el ángel San Gabriel le anunció la buena nueva. (Mi hija también concibió a mi nieto Jesús de seis años por aquellas tierras).
Israel es un lugar mágico viendo el templo de la Anunciación, donde persiste la memoria de unos hechos en el que se desarrolló el nacimiento de Jesucristo y más tarde su muerte. Un lugar que no deja indiferente a creyentes ni no creyentes. Pisar por los mismos lugares, donde se le bautizó, donde creció con su madre María, un niño como los demás, quizá pensando en cambiar los destinos del mundo, pero no los cambió.
El viejo escenario de Jerusalén, que parece hecho del cartón piedra de las películas… Aquello se te queda impregnado para siempre viendo el Santo Sepulcro y el muro de las lamentaciones, donde tantas religiones rezan sus oraciones, metiendo papelitos entre sus pétreas ranuras que nunca leerá nadie. Las ruinas del templo de Salomón al aire libre donde el poder glorioso ha aclamado históricamente por “la salvación del hombre”.
Recuerdo bien el subterráneo donde tuvieron prisionero a Jesús la noche antes de la crucifixión, el huerto de los olivos donde sudó sangre, antes de cargarle con la Cruz, por las calles del calvario, todo el recorrido del vía crucis, hasta llegar al Gólgota donde murió y, resucitó al tercer día, según las escrituras.
Hoy día si volviera un hombre tan revolucionario capaz de cambiar conciencias, de “restablecer” este mundo de auténtica locura, algunos le seguirían preguntando como en el evangelio de S. Mateo (17,10-13): ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías? Él les contestó: Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que ya ha venido y no le reconocieron. Refiriéndose al profeta Juan el Bautista”.
En el mundo de hoy también se mostraría tan revolucionario, como otros muchos que han pasado sin pena ni gloria. ¿Qué ocurriría hoy en día en nuestro mundo con un Cristo Dios…? La tecnología sin conciencia humana, al margen de la Iglesia y la política y “el nuevo orden mundial”. Su vida y su obra no sería distinta a la que fue. El ser humano no cambia de condición y comete los mismos errores humanos. ¿Qué se puede esperar…? Ha habido más de 20.000 mil guerras desde entonces y las que nos esperan… Morir en la cruz o quizá volver a morir en el olvido.
El bienestar y el malestar de este mundo sin remedio no lo resuelve nadie. Aunque todos los años vuelvan a sonar muchos villancicos, muchas sonrisas y felicitaciones un tanto superficiales, más allá de la Navidad.
Jacinto Herreras Marín