MÁS ALLÁ DEL FUTURO
Las tentaciones del ser humano por dar saltos de gigantes en las nuevas tecnologías, es un tema apasionante al que hoy quiero asomarme a la neuro-ciencia por curiosidad.
El documental en el que Iñaki Gabilondo “Cuando ya no esté”, que entrevista al historiador israelí Yuval Noah Harari, el autor de Sapiens, de animales a Dioses, hablan de que la religión y la ciencia siempre estuvieron en conflicto, porque la física no comprende bien el sentido divino de la creación y, ahora se habla de Tecno-religión, o “salvación” al ir descubriendo los entresijos de nuestra complejidad en la ingeniería biológica.
La tecno-religión promete según Stepen Hawking la salvación, gracias a la ingeniería genética y los interfaces cerebro-ordenador, algo muy futurible con los algoritmos creando cíborg, es decir, células inorgánicas con características biológicas basadas en el silicio. Con la nano-ciencia, el significado de la vida física, según dicen los científicos la filosofía está muerta. “Pienso luego existo” (Descartes), Ilustres filósofos que nos hicieron creer que éramos el centro de todo y, seres conscientes de nosotros mismos, pero ahora nos dicen que la conciencia del libre albedrío es una realidad distorsionada…
¿Existe lo que no vemos…? El modelo tridimensional que hace que nuestro sentido de la vida y el significado de la realidad, que cada cual construye dentro de su cerebro, para pensar que somos máquinas sorprendentemente biológicas, es un hecho irrevocable. Viendo el cosmos, bajo las leyes de la física que nos hace cada vez más grande, en una realidad de 13.000 millones de años del universo, es algo muy complejo de experimentar en nuestro insignificante ser, pero la ciencia poco a poco va poniendo los ladrillos del edificio existencial con mayores descubrimientos.
En el documental “el gran diseño” (El significado de la vida) de Stephen Hawking, hay para pensar en nuevos horizontes, pero la verdad es, que de momento apenas sabemos nada del misterio que nos envuelve, porque pasamos por esta vida sin saber bien ese misterio de dónde venimos ni hacia dónde vamos. (Viendo nacer a mi sexto nieto con tres kilos escasos, es algo tan diminuto que se mueve y me sonríe y se va desarrollando como si de un milagro se tratara). La vida en la naturaleza sigue su creación y, nos hacemos muchas preguntas sin respuestas.
La vida surge como un gran misterio con el reverso de la muerte, a la que no podemos engañar. La biotecnología o como se llame, algún día nos podrá descifrar bien el sueño de Dios… perdidos en medio del cosmos infinito. La selección natural de Charles Darwin, descubrió por la observación, viendo la vida física de las especies, como se desarrollaba la raza humana. Después, descubriendo nuestro código genético se iría descubriendo mejor quienes somos, pero apenas nada de nuestro mundo espiritual. El afán humano que lo descubrió anda perdido dentro del laberinto de nuestra mente. Por muchos ojos y brazos biónicos que se creen, nuestro cerebro aún está la mayor parte por descubrir.
Los conocimientos y creencias que antes venían del cielo, ahora vuelven a guardarse en la “nube” de Google o de Amazon… Como nuevos profetas por tantísima información acumulada y la que habrá, más allá del futuro.
Jacinto Herreras Martín
Las tentaciones del ser humano por dar saltos de gigantes en las nuevas tecnologías, es un tema apasionante al que hoy quiero asomarme a la neuro-ciencia por curiosidad.
El documental en el que Iñaki Gabilondo “Cuando ya no esté”, que entrevista al historiador israelí Yuval Noah Harari, el autor de Sapiens, de animales a Dioses, hablan de que la religión y la ciencia siempre estuvieron en conflicto, porque la física no comprende bien el sentido divino de la creación y, ahora se habla de Tecno-religión, o “salvación” al ir descubriendo los entresijos de nuestra complejidad en la ingeniería biológica.
La tecno-religión promete según Stepen Hawking la salvación, gracias a la ingeniería genética y los interfaces cerebro-ordenador, algo muy futurible con los algoritmos creando cíborg, es decir, células inorgánicas con características biológicas basadas en el silicio. Con la nano-ciencia, el significado de la vida física, según dicen los científicos la filosofía está muerta. “Pienso luego existo” (Descartes), Ilustres filósofos que nos hicieron creer que éramos el centro de todo y, seres conscientes de nosotros mismos, pero ahora nos dicen que la conciencia del libre albedrío es una realidad distorsionada…
¿Existe lo que no vemos…? El modelo tridimensional que hace que nuestro sentido de la vida y el significado de la realidad, que cada cual construye dentro de su cerebro, para pensar que somos máquinas sorprendentemente biológicas, es un hecho irrevocable. Viendo el cosmos, bajo las leyes de la física que nos hace cada vez más grande, en una realidad de 13.000 millones de años del universo, es algo muy complejo de experimentar en nuestro insignificante ser, pero la ciencia poco a poco va poniendo los ladrillos del edificio existencial con mayores descubrimientos.
En el documental “el gran diseño” (El significado de la vida) de Stephen Hawking, hay para pensar en nuevos horizontes, pero la verdad es, que de momento apenas sabemos nada del misterio que nos envuelve, porque pasamos por esta vida sin saber bien ese misterio de dónde venimos ni hacia dónde vamos. (Viendo nacer a mi sexto nieto con tres kilos escasos, es algo tan diminuto que se mueve y me sonríe y se va desarrollando como si de un milagro se tratara). La vida en la naturaleza sigue su creación y, nos hacemos muchas preguntas sin respuestas.
La vida surge como un gran misterio con el reverso de la muerte, a la que no podemos engañar. La biotecnología o como se llame, algún día nos podrá descifrar bien el sueño de Dios… perdidos en medio del cosmos infinito. La selección natural de Charles Darwin, descubrió por la observación, viendo la vida física de las especies, como se desarrollaba la raza humana. Después, descubriendo nuestro código genético se iría descubriendo mejor quienes somos, pero apenas nada de nuestro mundo espiritual. El afán humano que lo descubrió anda perdido dentro del laberinto de nuestra mente. Por muchos ojos y brazos biónicos que se creen, nuestro cerebro aún está la mayor parte por descubrir.
Los conocimientos y creencias que antes venían del cielo, ahora vuelven a guardarse en la “nube” de Google o de Amazon… Como nuevos profetas por tantísima información acumulada y la que habrá, más allá del futuro.
Jacinto Herreras Martín