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POZALDEZ: EL TREN PASABA DE LARGO...

EL TREN PASABA DE LARGO

La estación del ferrocarril, estaba en un alto, en el invierno los fríos recorrían sus vías, y los viajeros que acudían a coger el tren, pasaban sin apenas darse cuenta, de las personas que transitaban por sus andenes de tierra. Aunque un joven casi a diario recorría la estación, con el propósito de volver a ver, a la joven que le prometió ser un día su esposa. y que se marchó en el silencio después de una discusión, sin apenas tener importancia. La estación guardaba sus recuerdos de aquellos tiempos, en que la gente usaba los trenes, para poder salir de aquellas tierras castellanas, donde la emigración fue forzosa y necesaria. El joven todas las tardes regresaba, aquella cita que solo el tenia en mente, era un recorrer la misma carretera que le conducía desde el pueblo, solo existían unos 500, metros, que los tenia demasiado conocidos. Aunque cada día le parecían distintos, al llegar a la estación, siempre le daba las buenas tardes al factor jefe de estación, que con una seriedad dulce le contestaba, sin jamás preguntarle el por que de aquella visita diaria. Los días se pasaban, los sueños de volver a ver a la que fuera su novia, parecían mucho más imposible, aunque el no decayera en su empeño. Era como la Penélope del cantar, aunque no usara ningún asiento, ni esperase con un ramo de flores, solo era el saber si ella algún día regresara de nuevo, pero parecía imposible, aquel amor estaba medio muerto. Pasados unos cuantos años, el joven empezó a dejar de visitar la estación, y en una tarde de verano, ella regreso, pero entonces no volvía sola, llevaba con ella a dos hijos y su marido, que enseguida se corrió la voz por todo el pueblo. Pronto la noticia le llego aquel joven que ya se había convertido en mozo solterón, y su respuesta al que se lo comunico fue angustiada, ya que todavía tenia la esperanza de volverla a ver para hacerla su esposa. En aquel momento no sabia si salir de su casa o quedarse dentro, para que nadie le comentara nada de lo que estaban viendo. El hijo de su antigua novia corría por la calle principal del pueblo, y la hija detrás hacia lo mismo, los saludos de los vecinos eran un constante, y su es novia, muy arreglada y bastante bien conservada, lucia un esplendido vestido con una blusa a juego. Todo aquello lo estaba viendo desde su ventana, la sangre le hervía, al comprobar que solo era un hombre acabado, y sin esperanza de sacar sus sueños hacia adelante. las horas que recorrió camino de aquella estación, le hacían mella, su vista temblaba, no quería reconocer el paso de los años, y sus torpezas hacia aquella joven, que dejo su pueblo atrás, con la esperanza de salir de aquel laberinto donde estaba metida. Después de un largo rato, decidió salir al casino, del pueblo, donde las bromas no tardaron en llegar. Todo parecía ponérsele en contra, un viejo amigo le dijo en plan de broma, dile al que ha venido con tu es, que si la podéis repartir para los dos, el joven enseguida saco su cabreo, y le contesto al viejo amigo, otra palabra como esa y te parto la cara. El ambiente se puso bastante caliente, y las bromas dejaron un ambiente raro y malicioso, un señor mayor que estaba viendo el tema, decidió quedarse allí hasta ver que pasaba en aquella noche de desengaños. Parece ser que la es novia y su marido con los dos hijos, se acomodaron en casa de un hermano de ella, que aun seguía viviendo en aquel pueblo de Castilla. La despedida aquella noche de los viejos amigos fue nefasta, ni siquiera un hasta mañana, ni un adiós, ni un buenas noches. Aquella noche el joven maduro, llego a su casa y sin decir ni una palabra, recogió sus ropas y demás equipaje, y se fue hacia aquella estación, donde tantas veces espero un tren que le llevase a su novia de regreso, esta vez no era lo mismo, al llegar al vestíbulo de la estación, se dirigió a la ventanilla de venta de billetes, y sin mediar palabra le indico al factor. “Un billete para el próximo tren, no importa el recorrido”. A lo que el factor sin tardanza le vendió el billete de ida, era un tren de largo recorrido, pero llamado tranvía, que se dirigía hacia la zona de Asturias, donde años más tarde, aquel joven maduro dejo su vida y una familia a la que en su tiempo libre educo y amo, pero su juventud castellana, quedo marcada para siempre en aquella estación en alto, donde los vientos del regreso quedaron para siempre en el olvido. G X Cantalapiedra.
3 - 8 - 2015