AQUELLA CASA DE CAMPO SIN ENTONCES COMUNICACIONES
En el siglo diecinueve, en La Profunda Castilla, se construyeron varias casas de campo, en lugares un poco lejanos de las localidades donde dependían y pertenecían, y en aquellos tiempos sin ninguna comunicación, ni tampoco visitas médicas, ya que el tiempo que se empleaba en acudir a su llamada era de más de una hora de camino, para llegar a dichas casas, extendidas por las partes más lejanas de la población donde pertenecían. En el año de 1869, una noche una de esas casas tuvo su visita fantasma. En la casa vivían un matrimonio, con cuatro hijos, dos de ellos eran jóvenes de cerca de veinte años, y las dos niñas más pequeñas que sus hermanos. Sobre las dos de la madrugada, alguien golpeo la puerta de entrada, y al no contestar nadie, empezaron a sonar diferentes golpes, incluso más fuertes que los anteriores, las personas que allí pernoctaban, se ve que estaban en sus primeros sueños, y no distinguían si eran golpes en su puerta, hasta que uno de los hijos se dio cuenta de aquella anormalidad, y despertó a toda la familia, que enseguida, cogieron sus trabucos y un revolver, que guardaban en su casa de campo, y contestando preguntaron quien anda ahí, nadie contesto desde fuera de la casa, solo se notaba un ambiente de olor a azufre, y un estado de sentir raro, los padres decían no abráis, el que sea que se identifique, pero ninguna respuesta se oía, gritaron desde dentro de la casa varias veces, “quien anda ahí”. La respuesta fue la de su perro, que intentaba meterse debajo de los dueños, en aquel ambiente raro de la noche, el hermano mayor con el revólver, se subió al sobrado o cámara, de dicha casa, para desde un bocín o ventana pequeña, pero en alto, poder divisar a quien fuera, sin encender el farol por miedo a ser visto, desde la pequeña ventana, mirando hacia la puerta, no conseguía ver a nadie, Hasta que pasados unos minutos de estar observando, vio como dos seres muy raros, que parecían cheposos, caminaban hasta un objeto oscuro, que estaba aparcado dentro de las viñas, el joven aquel no podía ver si era una tartana, o quizá una carreta o carromato, pero después de pasar un pequeño rato, noto que dicho objeto, salió hacia arriba, en dirección al cielo, sin apenas producir ruido, el hermano pequeño ya desde la puerta de la casa abierta, comprobó lo mismo, que aquel aparato volaba y a mucha velocidad, la familia no se atrevió a dirigirse aquella noche, hasta donde se vio partir el objeto, si a la mañana siguiente se acercaron, y apenas pudieron ver nada, solo unas pequeñas huellas, de unos cuatro o cinco centímetros en redondo, se podían ver sobre el suelo, pero los tallos de las cepas, que eran a últimos del mes de mayo, no habían sufrido ningún daño. La familia que eran asalariados de un patrón, hasta que vino el patrón a los dos días, no pudieron comentar a nadie su noche de dudas, y el patrón al oír comentar dicha historia, le dio por decir. “No contéis nada a nadie, ya que pensaran que estáis locos, mejor que os olvidéis de dicha noche”, La familia no volvió a contar a nadie la historia, pero los guardas de campo, tuvieron noticias del patrón de las fincas y la casa aquella, y les contó algo de lo que paso aquella noche, y quisieron preguntar por aquel hecho extraño, a toda la familia, viendo aquellas extrañas marcas, que tan solo era lo único visible. Los dos guardas de campo, no lo dieron mucha importancia, tan solo les decían pueden ser huellas de jabalí, o quizá de conejos, mejor no volverse locos con cosas que no merecen la pena, más uno de los guardas se dio una pequeña vuelta por los alrededores, y comprobó el olor azufre, sin haber azufrado todavía, por aquella zona, intento resolver el enigma, pero le fue imposible. Y al marcharse con su compañero de regreso a la localidad, en el dialogo, surgieron varias preguntas, que no tenían respuesta, y trataron de tranquilizarse, pero pensaron, seguro que si son seres de otros planetas, volverán hasta aquí. El hecho se fue olvidando con el tiempo, ya que aquella familia al poco tiempo abandono su localidad, para emigrar a Brasil, y se llevaron con ellos, los misterios de aquella noche, que nunca entendieron, G X Cantalapiedra.
En el siglo diecinueve, en La Profunda Castilla, se construyeron varias casas de campo, en lugares un poco lejanos de las localidades donde dependían y pertenecían, y en aquellos tiempos sin ninguna comunicación, ni tampoco visitas médicas, ya que el tiempo que se empleaba en acudir a su llamada era de más de una hora de camino, para llegar a dichas casas, extendidas por las partes más lejanas de la población donde pertenecían. En el año de 1869, una noche una de esas casas tuvo su visita fantasma. En la casa vivían un matrimonio, con cuatro hijos, dos de ellos eran jóvenes de cerca de veinte años, y las dos niñas más pequeñas que sus hermanos. Sobre las dos de la madrugada, alguien golpeo la puerta de entrada, y al no contestar nadie, empezaron a sonar diferentes golpes, incluso más fuertes que los anteriores, las personas que allí pernoctaban, se ve que estaban en sus primeros sueños, y no distinguían si eran golpes en su puerta, hasta que uno de los hijos se dio cuenta de aquella anormalidad, y despertó a toda la familia, que enseguida, cogieron sus trabucos y un revolver, que guardaban en su casa de campo, y contestando preguntaron quien anda ahí, nadie contesto desde fuera de la casa, solo se notaba un ambiente de olor a azufre, y un estado de sentir raro, los padres decían no abráis, el que sea que se identifique, pero ninguna respuesta se oía, gritaron desde dentro de la casa varias veces, “quien anda ahí”. La respuesta fue la de su perro, que intentaba meterse debajo de los dueños, en aquel ambiente raro de la noche, el hermano mayor con el revólver, se subió al sobrado o cámara, de dicha casa, para desde un bocín o ventana pequeña, pero en alto, poder divisar a quien fuera, sin encender el farol por miedo a ser visto, desde la pequeña ventana, mirando hacia la puerta, no conseguía ver a nadie, Hasta que pasados unos minutos de estar observando, vio como dos seres muy raros, que parecían cheposos, caminaban hasta un objeto oscuro, que estaba aparcado dentro de las viñas, el joven aquel no podía ver si era una tartana, o quizá una carreta o carromato, pero después de pasar un pequeño rato, noto que dicho objeto, salió hacia arriba, en dirección al cielo, sin apenas producir ruido, el hermano pequeño ya desde la puerta de la casa abierta, comprobó lo mismo, que aquel aparato volaba y a mucha velocidad, la familia no se atrevió a dirigirse aquella noche, hasta donde se vio partir el objeto, si a la mañana siguiente se acercaron, y apenas pudieron ver nada, solo unas pequeñas huellas, de unos cuatro o cinco centímetros en redondo, se podían ver sobre el suelo, pero los tallos de las cepas, que eran a últimos del mes de mayo, no habían sufrido ningún daño. La familia que eran asalariados de un patrón, hasta que vino el patrón a los dos días, no pudieron comentar a nadie su noche de dudas, y el patrón al oír comentar dicha historia, le dio por decir. “No contéis nada a nadie, ya que pensaran que estáis locos, mejor que os olvidéis de dicha noche”, La familia no volvió a contar a nadie la historia, pero los guardas de campo, tuvieron noticias del patrón de las fincas y la casa aquella, y les contó algo de lo que paso aquella noche, y quisieron preguntar por aquel hecho extraño, a toda la familia, viendo aquellas extrañas marcas, que tan solo era lo único visible. Los dos guardas de campo, no lo dieron mucha importancia, tan solo les decían pueden ser huellas de jabalí, o quizá de conejos, mejor no volverse locos con cosas que no merecen la pena, más uno de los guardas se dio una pequeña vuelta por los alrededores, y comprobó el olor azufre, sin haber azufrado todavía, por aquella zona, intento resolver el enigma, pero le fue imposible. Y al marcharse con su compañero de regreso a la localidad, en el dialogo, surgieron varias preguntas, que no tenían respuesta, y trataron de tranquilizarse, pero pensaron, seguro que si son seres de otros planetas, volverán hasta aquí. El hecho se fue olvidando con el tiempo, ya que aquella familia al poco tiempo abandono su localidad, para emigrar a Brasil, y se llevaron con ellos, los misterios de aquella noche, que nunca entendieron, G X Cantalapiedra.