Su poblamiento podría haber sido remoto, incluso prerromano, al considerarse que podría haber restos de la cultura castreña, pues en el teso de La Magdalena, en el término municipal de
Pozuelo de la Orden, se piensa que hubo un antiguo castro.
Hay constancia escrita del 17 de julio de 1049 de su existencia, bajo el nombre de Pozolo o Poçuelo de
Campos, pues una Orden del rey Fernando II y de la reina Sancha de esa fecha concedió la serna de Pozuelo al obispo don Cipriano de
León, haciendo referencia a que fue poblada por el tercer Conde de castilla Sancho García (también llamado Garcés), a través de su vasallo Muño Gudesteo. Con anterioridad, según consta en tal Orden, había pertenecido a la
Catedral de León por donación del Rey Ordoño IV el Jorobado (o el Malo), que reinó del 957 al 960. Entre ambas fechas, se encuentran las campañas de Almanzor, desolando la zona a través de saqueos, que no cesarían hasta la desaparición de su hijo Almuzafar en el año 1008.1
El nombre de Pozuelo procede de la existencia de un pequeño
pozo de
agua, de origen remoto, a las afueras del
pueblo. La denominación “de la Orden” le viene porque perteneció a la Orden Hospitalaria de los Caballeros de
San Juan de Jerusalén (laOrden de Malta), seguramente con motivo de la donación de diversas poblaciones que hiciera a esta Orden, en 1116, la Reina Doña Urraca.
No obstante la subordinación del pueblo a la Orden de los Hospitalarios, radicada en
Zamora, simultáneamente existía un priorato (un establecimiento monástico) dependiente de la
Colegiata de San Isidoro de León (cedido por la infanta Elvira a la Colegiata a finales del siglo XI).
Especial relevancia tiene la existencia del “Fuero de Pozuelo de Campos”. Fue otorgado por Martín y Elvira Pérez y Mayor Martínez a los pobladores de Pozuelo de Campos, en noviembre de 1157. Tiene diversas particularidades, pese a seguir al Fuero de Villamayor. En primer lugar, resalta que en él se lee por vez primera el término “adobe”, aunque con la grafía “adoves”, cuando, al hablar de una
casa se dice “y si no se vendiese ciérrese su
puerta con adobes”. También tiene interés la regulación que hace del abandono de los esposos, imponiendo en tal caso una multa mayor a la esposa que al esposo: “Si alguien dejare a su mujer, pague a
Palacio cinco sueldos, y si la mujer abandonare a su marido, pague diez sueldos a Palacio”.
Estuvo
amurallado en los siglos XII y XIII y tuvo un
castillo de argamasa de cierta relevancia, pues este castillo aparece como fianza en una carta de 1207 en la que el rey de León lo utiliza para garantizar el llamado “pacto de Cabreros”, de un año antes, con el Rey de Castilla. Aún se conservan restos de esa
muralla.
Pese a que nunca dispuso de un número muy grande de habitantes, poseyó numerosos
edificios religiosos. Además de la muy relevante
parroquia de
Santo Tomás, cuyos restos de adobe aún se conservan, tuvo al menos en el siglo XVI cuatro
ermitas, la de los Mártires, dedicada a San Fabián y San Sebastián, que era uno de los patrones contra la peste; la
ermita de la Magdalena; la de
Santa Marina y la de Santa Ana, que es la única que actualmente se mantiene en pie en el pueblo y está activa.
Dice la
tradición que pasó por Pozuelo de la Orden San Isidoro de
Sevilla camino de León, donde está enterrado.
Dice Sebastián de Miñano, en su "Diccionario geográfico-estadístico de
España y
Portugal", Volumen 7 (Pierart-Peratta, 1827), p. 112, del emplazamiento de Pozuelo de la Orden: «Situada en lugar bastante elevado, con despejado
cielo; clima sano, y abundante de
aguas».