ERAN LOS AÑOS DIFICILES DE LA POSGUERRA
En aquella villa castellana, que su Villazgo se efectuó el año 1636. las fiestas patronales, se celebraban en las fechas del 14, al 18, de agosto, y las gentes de todos los pueblos de alrededor, se dirigían hacia aquel lugar, para poder divertirse, sin costarles demasiado dinero, el calor sobre los campos se dejaba notar, y las viñas o majuelos, en aquellas fechas tenian algunas uvas empezando a madurar, todo aquel ambiente era de lo más normal, por las mañanas de dichos días, se hacían encierros de toros bravos, por el campo acompañados de caballos y personas a pie que se esforzaban en estar al lado de dichos toros y cabestros, con el consiguiente peligro, que luego sobre la una de la tarde se corrían por la plaza portátil de madera, de aquel lugar, instalada en la Plaza, Mayor, entonces propiedad de un Conde, por la tarde y noche la corrida era en la Plaza, sin llegar a matar a ningún toro, aunque la verdad es que los bastones de madera, cuando algún toro se acercaba a las jaulas de debajo del tablado, era recibido a palos. En esta Villa castellana de Valladolid, era difícil no tener que lamentar la muerte de algún aficionado, por la cogida de algún toro, y otros aficionados por arrimarse demasiado a los toros, para demostrar su valor, que a veces les costaba caro. Hubo un caballero venido de otra villa cercana, que habiendo terminado la guerra civil, sin sufrir ningún daño, en esa Villa encontró la muerte, casi al terminar la guerra. Eso siempre se comentaba entre los jóvenes, que pensaban que a ellos no les haría ningún daño aquellos toros que eran fieras. La parte de debajo de los tablados, las llamadas jaulas eran gratis, y arriba en los tablado para personas mayores niños mujeres y hombres que no les gustaba estar en el ruedo, era muy poco la entrada, y en algunos espectáculos digamos que era gratis. Aquella afición a ir a todas las fiestas de toros de la comarca, eran habituales, conociéndose cantidad de muertos en accidente de motos, bicicletas durante muchos años, todos aquellos festejos, tuvieron su peligro, pero la mayoría de la gente no tenía más vacaciones que esos ratos de diversión en los diferentes torneos, o digamos estilo capeas, pero con mucho más público y con toros mucho más grandes, y casi todos corridos en diferentes plazas de la región. Hoy que han pasado los años, y que me informan de que las aficiones van decayendo, siendo unas fiestas que parecen que van a menos público y mucho más caras, hacen de este tipo de espectáculos, un recordar el antes, o digamos el tiempo de nuestros abuelos y padres, La Castilla Profunda, aunque sigue siendo un foco de atracción a sus encierros en las calles importantes, parece que no son lo que fueron aquellos años de terminada la guerra civil, y hoy día la gente joven en su mayoría, no se quiere jugar la vida en estos torneos con el peligro inminente, de poder salir mal parado, y eso que la asistencia de médicos y ambulancia, se han hecho muy efectivos. Pero siempre existe el posible fallo humano de calcular el peligro delante de una fiera, y más si encima se ha bebido sin control. Para poder saber hasta dónde puede llegar el peligro de las astas del toro, ya que es una fiera que no conoce la fuerza que desarrolla, y la intención de hacer daño a quien simplemente se pone en su camino. Puedo leer cada año en época de verano, los posibles muertos en distintos lugares de España, y sobre todo en los encierros de dentro de las localidades. Esperemos que cada día se tome más conciencia del peligro que conlleva el ser un temerario… G X Cantalapiedra.
En aquella villa castellana, que su Villazgo se efectuó el año 1636. las fiestas patronales, se celebraban en las fechas del 14, al 18, de agosto, y las gentes de todos los pueblos de alrededor, se dirigían hacia aquel lugar, para poder divertirse, sin costarles demasiado dinero, el calor sobre los campos se dejaba notar, y las viñas o majuelos, en aquellas fechas tenian algunas uvas empezando a madurar, todo aquel ambiente era de lo más normal, por las mañanas de dichos días, se hacían encierros de toros bravos, por el campo acompañados de caballos y personas a pie que se esforzaban en estar al lado de dichos toros y cabestros, con el consiguiente peligro, que luego sobre la una de la tarde se corrían por la plaza portátil de madera, de aquel lugar, instalada en la Plaza, Mayor, entonces propiedad de un Conde, por la tarde y noche la corrida era en la Plaza, sin llegar a matar a ningún toro, aunque la verdad es que los bastones de madera, cuando algún toro se acercaba a las jaulas de debajo del tablado, era recibido a palos. En esta Villa castellana de Valladolid, era difícil no tener que lamentar la muerte de algún aficionado, por la cogida de algún toro, y otros aficionados por arrimarse demasiado a los toros, para demostrar su valor, que a veces les costaba caro. Hubo un caballero venido de otra villa cercana, que habiendo terminado la guerra civil, sin sufrir ningún daño, en esa Villa encontró la muerte, casi al terminar la guerra. Eso siempre se comentaba entre los jóvenes, que pensaban que a ellos no les haría ningún daño aquellos toros que eran fieras. La parte de debajo de los tablados, las llamadas jaulas eran gratis, y arriba en los tablado para personas mayores niños mujeres y hombres que no les gustaba estar en el ruedo, era muy poco la entrada, y en algunos espectáculos digamos que era gratis. Aquella afición a ir a todas las fiestas de toros de la comarca, eran habituales, conociéndose cantidad de muertos en accidente de motos, bicicletas durante muchos años, todos aquellos festejos, tuvieron su peligro, pero la mayoría de la gente no tenía más vacaciones que esos ratos de diversión en los diferentes torneos, o digamos estilo capeas, pero con mucho más público y con toros mucho más grandes, y casi todos corridos en diferentes plazas de la región. Hoy que han pasado los años, y que me informan de que las aficiones van decayendo, siendo unas fiestas que parecen que van a menos público y mucho más caras, hacen de este tipo de espectáculos, un recordar el antes, o digamos el tiempo de nuestros abuelos y padres, La Castilla Profunda, aunque sigue siendo un foco de atracción a sus encierros en las calles importantes, parece que no son lo que fueron aquellos años de terminada la guerra civil, y hoy día la gente joven en su mayoría, no se quiere jugar la vida en estos torneos con el peligro inminente, de poder salir mal parado, y eso que la asistencia de médicos y ambulancia, se han hecho muy efectivos. Pero siempre existe el posible fallo humano de calcular el peligro delante de una fiera, y más si encima se ha bebido sin control. Para poder saber hasta dónde puede llegar el peligro de las astas del toro, ya que es una fiera que no conoce la fuerza que desarrolla, y la intención de hacer daño a quien simplemente se pone en su camino. Puedo leer cada año en época de verano, los posibles muertos en distintos lugares de España, y sobre todo en los encierros de dentro de las localidades. Esperemos que cada día se tome más conciencia del peligro que conlleva el ser un temerario… G X Cantalapiedra.