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SAN MIGUEL DEL PINO: He crecido entre Valladolid y san Miguel y lamentablemente...

He crecido entre Valladolid y san Miguel y lamentablemente el único sentimiento entrañable que recuerdo de este pueblo es mi abuelo. Un hombre que nació en él, que adoraba su pueblo y a sus gentes. Un pueblo que para mí a desaparecido desde que el ya no está.
El era el pueblo. Era el alma del pueblo. El GUARDA, le daba vida, esa vida noble, humilde, familiar.... en fiestas era el REY, se disfrazaba a sus 70 años, arreglaba su tractor y su carro y se paseaba para ir a pedir la rosquilla. A bailon no lo ganaba nadie, no habrá mujer o niño que no haya bailado con el, y los hombres le seguían, porque donde el estaba, habían fiesta segura. Era un hombre que se hacía querer por todos, porque a todo el mundo le abría las puertas de su casa, incluso a quienes le traicionaban. No tenía maldad ninguna. Su pena... no llegar a ver a su hija, como alcaldesa. Lo intentó varios años pero la envidia y la ambición que poseen algunos de sus habitantes, consiguieron evitar que la humildad y la racionalidad gobernasen este pueblo, que como en otros muchos, ya abunda la individualidad, el egoísmo y la envidia, la chulería y la prepotencia de gente manipulada por grandes manipuladores y maleantes.
En fin, un pueblo que lejos de poder ser explendido, no crece ni avanza gracias a mentes cerradas, que obligan a las nuevas generaciones a seguir pensando que el pueblo de dos familias o bandos y los de fuera, tenemos poca cabida. Un pueblo al que reprocho su ingratitud para con mi abuelo, que en su decadencia, se vio obligado a dejar de regalar, regalar sus cosas, sus productos de su huerto, regalar su tiempo, sus meriendas en su bodega... y la gente se olvido de él y de ser agradecida devolviéndole eso en forma de visitas y apoyo.
POR ALEJANDRO VEGANZONES, el guarda, quien sin el, san Miguel del Pino, no volverá a ser, san Miguel del Pino. SHEILA.