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SAN ROMAN DE HORNIJA: MILLAN MILLAN. DIRECTOR EJECUTIVO DEL CENTRO DE ESTUDIOS...

MILLAN MILLAN. DIRECTOR EJECUTIVO DEL CENTRO DE ESTUDIOS AMBIENTALES DEL MEDITERRáNEO (CEAM) Y ASESOR EN CAMBIO CLIMáTICO DEL SEXTO PROGRAMA MARCO DE LA CE


España se puede quedar sin agua en 15 años”
El cambio climático empieza bajo nuestros pies.
Esto es al menos lo que se deduce del trabajo realizado por este experto, que sitúa en el Mediterráneo parte de las claves para entender el calentamiento global. La premisa es clara: las perturbaciones en el uso del suelo de las costas mediterráneas, junto al efecto invernadero, son las responsables de las inundaciones de Centro Europa, de la sequía en toda la península Ibérica y de los cada vez más numerosos huracanes del Atlántico.


¿Cuál es el mayor problema al que se enfrenta Europa y, en particular, España, ante el calentamiento global?

En Europa existen distintos escenarios. Circunscribiéndonos al Sur, donde se incluye España, el problema está en que se está perdiendo el régimen de tormentas de verano en el Mediterráneo.

Esto se deriva directamente de los cambios que se están produciendo en el uso del suelo, del que se están quitando humedales, cultivos y vegetación en general.

La explicación es sencilla: la brisa del mar parte con una cantidad de vapor de agua y necesita acumular más cantidad de este vapor procedente de este tipo de superficies para que se disparen tormentas en las cadenas montañosas que rodean al mar.

Si toda esa cubierta vegetal se pierde, finalmente las tormentas no descargan y ese vapor de agua retorna y se acumula sobre el mar en ciclos que duran de cuatro a nueve días.

¿Qué efectos tiene esa acumulación de vapor de agua?

Hay dos efectos. El primero es que el vapor de agua tiene un efecto invernadero 47 veces superior al del CO2 (del protocolo de Kyoto).

Si a él se unen otros contaminantes (por ejemplo, ozono troposférico por 200 veces), la temperatura del Mediterráneo sube durante el verano.

Todos sabemos que cuando la superficie del mar está muy caliente se producen grandes tormentas; ésa es la razón de las lluvias torrenciales del otoño.

El segundo efecto es que el vapor de agua migra a otras regiones al final de cada ciclo de acumulación.

Durante los últimos veranos ha descargado sobre el Centro de Europa y ha provocado graves inundaciones, como las de Praga en el verano del 2002, por ejemplo.

¿Influye también en el Atlántico?

Sí, porque al emigrar ese vapor a otras regiones desequilibra el balance evaporación-precipitación sobre el Mediterráneo y tiende a aumentar su salinidad.

La corriente profunda de agua (300 metros) que sale por Gibraltar hacia el Atlántico es mucho más salada, lo que afecta directamente a la oscilación del Atlántico Norte, es decir, las precipitaciones atlánticas son menores tanto en la fachada atlántica (Portugal y cornisa cantábrica) como en el sur de Francia.

Eso puede provocar que se amplifique la situación de sequía.

De hecho, ya se está detectando sequía en Inglaterra, y en nuestro país son recientes las noticias sobre sequía en comunidades como Santander y Galicia.

Otra particularidad es que parte del vapor de agua acumulado que hemos comentado se “escapa” hacia el Atlántico por el sur del atlas y, con él, arrastra polvo sahariano, que actúa como núcleo de condensación de los huracanes del Caribe.

De ese polvo, un 20% está recubierto de sulfatos y nitratos, que tienen mayor capacidad de formar gotitas.
Por eso los huracanes hoy son mucho más fuertes y se producen antes, porque acumulan más agua debido a esa mayor condensación.
¿Qué invierno nos espera en España?

El comportamiento del clima va a ser cada vez más errático.
Este invierno creo que va a ser cálido, pero podría haber varias invasiones de la naturaleza, invasiones en forma de aire polar muy frío que, como en años anteriores, provocaron la congelación del agua de las fuentes de Valencia, por ejemplo.

En pocas palabras, ¿cuál será la situación de España en unos años ante este panorama descrito?

No deseo ser alarmista, pero la temperatura va subiendo poco a poco y las precipitaciones deseables para la Península no se cumplen.

Si continúa este patrón, dentro de 10 o 15 años lloverá menos de 350 litros por metro cuadrado al año, algo cercano al desierto y eso, por ahora, es imparable.

España podría quedarse sin agua en 15 años.