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AQUELLOS VIENTOS DEL DUERO
Aquellos vientos del Duero
que nos marcaron la vida,
me parecen romancero
en esa tierra elegida.
Álamos de la Ribera
entre pinos piñoneros,
el clima duro os espera
con sus fríos altaneros.
Vientos que llegan helados
por los caminos del Duero,
hacen días congelados
en el corazón de enero.
Las nieblas de la Ribera
que a veces son aguacero,
hacen que la sementera
sufra grados bajo cero.
Vientos venidos del norte
que nunca dieron consuelo,
no suelen ser el resorte
de poder causar deshielo.
Vientos que mueven los pinos
en las orillas del Duero,
sendas de viñas y vinos
con un amor verdadero.
El viento llega deprisa
surcando grandes viñedos,
a la vez deja esa brisa
de hacer bonitos enredos.
Cuando el viento llega fuerte
entre diciembre y febrero,
el campo parece inerte
y se enciende algún brasero.
Vientos que marcan las noches
arrastrando desconsuelos,
el Duero no pone broches
al ver sus helados suelos.
G X Cantalapiedra.
Aquellos vientos del Duero
que nos marcaron la vida,
me parecen romancero
en esa tierra elegida.
Álamos de la Ribera
entre pinos piñoneros,
el clima duro os espera
con sus fríos altaneros.
Vientos que llegan helados
por los caminos del Duero,
hacen días congelados
en el corazón de enero.
Las nieblas de la Ribera
que a veces son aguacero,
hacen que la sementera
sufra grados bajo cero.
Vientos venidos del norte
que nunca dieron consuelo,
no suelen ser el resorte
de poder causar deshielo.
Vientos que mueven los pinos
en las orillas del Duero,
sendas de viñas y vinos
con un amor verdadero.
El viento llega deprisa
surcando grandes viñedos,
a la vez deja esa brisa
de hacer bonitos enredos.
Cuando el viento llega fuerte
entre diciembre y febrero,
el campo parece inerte
y se enciende algún brasero.
Vientos que marcan las noches
arrastrando desconsuelos,
el Duero no pone broches
al ver sus helados suelos.
G X Cantalapiedra.