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DESDE EL MONTE PEDROSO SE DIVISA TORDESILLAS.
Desde niño fui testigo de mirar a Tordesillas,
sentí de cerca a un amigo entre palabras sencillas.
Como un balcón en el Duero Tordesillas reflejaba,
era un sentir altanero que la vista recordaba.
Un Monte que fue talado hace más de cinco siglos,
aunque su nombre ha guardado entre sentidos sigilos.
En aquel Monte Pedroso se divisa Tordesillas,
alguien le llamo gozoso sin ver jamás maravillas.
Viñedos de grandes huellas y cereales bien sembrados,
existen las horas bellas con paisajes encantados.
Desde La Seca mirando ese balcón tan precioso,
que le fuimos admirando y le sentimos dichoso.
Se divisaban los pinos que le dan dulzura al Duero,
eran los tiempos divinos de aquel Toro bravo y fiero.
Siempre mirando su historia entre pinos y viñedos,
hoy conserva mi memoria aquellos dignos enredos.
La Seca lo va sintiendo, Tordesillas es vecino,
La Peña sigue ofreciendo algún sueño peregrino.
Pisar el Monte Pedroso sin encinares ni pinos,
en un tiempo temeroso entre muchos virus finos.
Tordesillas de recuerdos, ciudad con alegres brillos,
existieron hombres cuerdos que a la vez fueron sencillos.
Cuando camino hacia Rueda El Monte sigue en su signo,
sientes de Balcón del Duero al Tordesillas divino.
Pasan siglos y leyendas, pasan hombres con destino,
y se notan ciertas riendas de pueblos que hilaron fino.
Ese balcón junto al Duero que derrocha la alegría,
es tierra de romancero con notas de sinfonía.
G X Cantalapiedra.
27 – 5 – 2020.
Desde niño fui testigo de mirar a Tordesillas,
sentí de cerca a un amigo entre palabras sencillas.
Como un balcón en el Duero Tordesillas reflejaba,
era un sentir altanero que la vista recordaba.
Un Monte que fue talado hace más de cinco siglos,
aunque su nombre ha guardado entre sentidos sigilos.
En aquel Monte Pedroso se divisa Tordesillas,
alguien le llamo gozoso sin ver jamás maravillas.
Viñedos de grandes huellas y cereales bien sembrados,
existen las horas bellas con paisajes encantados.
Desde La Seca mirando ese balcón tan precioso,
que le fuimos admirando y le sentimos dichoso.
Se divisaban los pinos que le dan dulzura al Duero,
eran los tiempos divinos de aquel Toro bravo y fiero.
Siempre mirando su historia entre pinos y viñedos,
hoy conserva mi memoria aquellos dignos enredos.
La Seca lo va sintiendo, Tordesillas es vecino,
La Peña sigue ofreciendo algún sueño peregrino.
Pisar el Monte Pedroso sin encinares ni pinos,
en un tiempo temeroso entre muchos virus finos.
Tordesillas de recuerdos, ciudad con alegres brillos,
existieron hombres cuerdos que a la vez fueron sencillos.
Cuando camino hacia Rueda El Monte sigue en su signo,
sientes de Balcón del Duero al Tordesillas divino.
Pasan siglos y leyendas, pasan hombres con destino,
y se notan ciertas riendas de pueblos que hilaron fino.
Ese balcón junto al Duero que derrocha la alegría,
es tierra de romancero con notas de sinfonía.
G X Cantalapiedra.
27 – 5 – 2020.