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TORDESILLAS: AQUEL HOMBRE CON SU CARROMATO...

AQUEL HOMBRE CON SU CARROMATO
Fueron años de misterios cargados de sobresaltos, donde los momentos serios a veces dejaban llantos. Aquel hombre castellano de La Profunda Castilla, en suelo tordesillano caminaba hacia su Villa. Un burro de raza fuerte, con su carromato serio, aquella noche la muerte tuvo siempre su misterio. Eran la diez de la noche y a lo lejos Tordesillas, el verano se acababa por los Campos de Castilla. Un artefacto volando le paso muy por encima, el hombre siguió mirando sobre laderas y cima. No tardaba mucho tiempo, y el aparato se arrima, el burro sale al galope y el carromato se inclina. Sin detenerse aquel burro, que miedo le dio aquel clima, en el campo todo oscuro hacia la cañada gira. La carretera en silencio, hoy se cumple más de un siglo, el hombre no pone precio a guardar su gran sigilo. Pasaron muchos minutos, el burro suelta suspiros, el hombre tan comerciante teme que le peguen tiros. El artefacto en silencio se marchó por su camino, en La Cuesta del Perú el miedo tuvo su signo. Mirando la carretera sin perros y sin ladridos, el burro mira y se encierra en ver terrenos queridos. Tordesillas en distancia con kilómetros vividos, aquel hombre sin nostalgia ve sus pasos deprimidos. Se pregunta si la noche tiene lugares sufridos, y si pueden tener broche muchos momentos vividos. Descargando el carromato se siente muy confundido, aunque vende muy barato hoy el miedo le ha vencido. No contará su aventura, nadie dirá que ha existido, el solo ve la locura de algún planeta elegido. Y cuando vuelva de nuevo por aquel bello camino, no quiere ver las estrellas que puedan lanzar su signo. En aquel martes siguiente a Tordesillas ha venido, y en el mercado del Foraño no se siente reprimido. Todos los martes del año, Tordesillas fue destino, sin recibir nunca un daño recorriendo aquel camino. El burro levanta orejas, no se siente convencido, y no puede dar las quejas a ningún burro vecino. La noche se va alargando por el camino aprendido, los pinos se van marcando olores de campo erguido. Nadie sabe este misterio, que le escuche a un campesino, la noche y el cementerio tuvieron maldito signo. Los ovnis siempre llegaron para marcar sus destinos, y a mucha gente dejaron con mensajes de adivinos. Tordesillas de reflejos, algunos del viejo río, que nunca parecen lejos y más cuando reina el frío. El Duero tiene memoria que la mantiene por siglos, dicen que no existe historia de los sufridos sigilos. Las noches tordesillanas algunas tienen suspiros, y otras esperan mañanas donde las rutas dan giros. Aquel hombre comerciante con la verdad de testigo, siguió camino adelante sin hablar de aquel castigo, Hoy que pasaron los años, más de cien dijo el testigo, nadie conoce peldaños ni quiere ver enemigo. Tordesillas ve brillando los más bonitos caminos, La Vega sigue observando aquellos toros tan finos. Que allí se fueron lidiando sin querer verlos divinos, pero que van recordando otros tiempos y otros trinos. G X Cantalapiedra. 2 – 7 – 2020.