UN VIAJE JUNTO AL DUERO
Aquel hombre de Tordesillas, labrador de buenas fincas en la Ribera del Duero, acabado el verano, del año 1855, inicio un camino con su caballo, siguiendo el cauce del río Duero, en dirección hacia Soria, y provincia, lugar del nacimiento de dicho río. En sus alforjas llevaba, una buena bota de vino blanco Verdejo de La Seca, y comida de chorizo y jamón para varios días, su caballo con las herraduras recién puestas, y su montura echa a mano, era una verdadera obra de artesanía castellana, paso por La Peña, donde el hombre había ido varias veces de romería en septiembre, y continuo el cauce atravesando fincas y viñedos, que ya empezaban a estar sus uvas maduras. Llego por tierras de Villanueva de Duero, el conocido por el pueblo de las tres mentiras. Ya que ni es Villa. Ni es Nueva. Ni pasa el Duero por ella. Continúo su camino hasta Puente Duero, un pueblo que entonces era cuna de pinos piñoneros, ya que allí se dedicaban en aquellos años, a producir piñones para el consumo humano y las pastelerías. Tuvo la osadía de llegar hasta Pesqueruela, lugar donde el Río Pisuerga hace grande al Duero, allí descubrió el refrán castellano que dice, El Duero tiene la fama, y el Pisuerga lleva el agua. El hombre aquel estaba encantado, con conocer lugares cercanos a Tordesillas, donde nunca tuvo la suerte de pisar. Y encima con la historia del Río que tanto amo desde niño. Continúo su camino hasta Laguna de Duero, y desde allí hasta Tudela de Duero, lugar de su primera noche alejado de Tordesillas. Sin pasar por la ciudad de Valladolid, la que conoció, siendo niño con sus padres, viajando con un caballo y una tartana, de ruedas romanas de radios, y que aquel viaje le pareció maravilloso, al ver las calles adoquinadas de la ciudad del Pisuerga. Y algunos comercios de la capital de Castilla, y capital de España, hasta que Felipe II, la traslado a Madrid. Más volviendo a su viaje, y después de desayunar y arreglarse un poco en la posada de Tudela, marchó camino de Sardón de Duero, un pequeño pueblo entonces, donde apenas existían comercios, y siguiendo su camino hasta las dos Quintanillas, una de Abajo y otra de Arriba, y pasar por Pesquera de Duero, donde ya se presumía del buen vino tinto de la Ribera del Duero, y lugar del Vega Sicilia. Terminando su jornada en Peñafiel, según el dicho popular. “La Peña más fiel de Castilla. Y donde un Castillo ocupa la colina, que le da fama a tan precioso lugar castellano. Pasando allí una noche en la posada del lado del río Duero. Siguiendo su ruta, entro en la provincia de Burgos, en el lugar de Castrillo de Duero, allí nació, Juan Martín, el famoso guerrillero de la guerra de la Independencia, “El Empecinado”, Que terminaría siendo encarcelado en Roa de Duero, y paseado los días de mercado, en un carro de barrotes de hierro. Como un vulgar delincuente, habiendo sido un verdadero héroe de dicha guerra, siendo el enemigo número uno de los franceses, a los que en cantidad de emboscadas les anulo como ejército. Para después de dos años sufriendo dichas vejaciones, el Rey deseado, así llamado, Fernando VII, le mando ejecutar, por no ser de su cuerda absolutista, tirano, y según la historia, el peor rey que tuvo España durante muchos años. Siguiendo su camino llegó Aranda de Duero, con aquel Puente famoso, terminado en curva, donde según la jota popular de esa tierra, dicen que “Se tiró el Tío Juanillo, pero no se mató”. En Aranda pudo visitar varias bodegas de vino tinto, y bastante bueno, y comer cochinillo en una taberna que existía en la vieja carretera de Madrid a Burgos. Y recopilar fuerzas para seguir el camino al día siguiente, por las tierras del Monasterio de la Vic, para llegar hasta la tierra del Burgo de Osma, provincia de Soria. Donde el Duero recoge el agua del río Ucero, y conocer esa Villa con una Universidad, Santa Catalina, hoy día es un balneario de aguas termales. Además de su Catedral muy preciosa, con sus eternos soportales, y así poder seguir caminando el día siguiente hasta Berlanga de Duero, que como otros pueblos de la zona, El Río pasa por su término, pero alejado de dicha localidad, donde El Cid Campeador, según la historia, fue el primer alcalde de dicho lugar. Y donde la familia de Don Pedro de Tovar, fueron los dueños de su Castillo guerrero, durante muchos siglos. Haciendo de dicho terreno su feudal sistema. De marquesado de Berlanga, que aún conservan fincas en la zona, que fueron dadas o arrendadas a los vecinos del marquesado. Aquel hombre tordesillano, pudo llegar hasta Almazán, lugar amurallado, y balcón al Duero desde su Plaza Mayor. Y villa famosa por sus dulces. Marchando al día siguiente hasta Soria, una ciudad que entonces no tenía ni 7000, habitantes, llena de costumbres y tradiciones, casi siempre unidos a sus pinares. Pudo pasearse, por El Collado, y ver alguna iglesia como la da Santa María. Y llegar a San Saturio, en las laderas del Duero, visitando Los Arcos de San Juan, y pasar por San Pol, en aquel lugar encantado, que años más tarde le daría a conocer Don Antonio Machado. Y que sigue siendo lugar de cita de poetas y amantes del territorio aquel, que es poesía pura. Donde Gustavo Adolfo Bécquer, pudo escribir su Monte de Las Ánimas. Y Gerardo Diego su cantico al Río Duero. Los días siguientes fueron para llegar hasta Molinos de Duero, y El Abejar, pasando por Vinuesa, Covaleda, y parte de la Sierra del Urbión, donde nace el Río Duero, Todo aquel entorno le pareció aquel hombre una maravilla, de la Madre Naturaleza, Su retorno hacía la tierra de Tordesillas, le siguió siendo una fortuna el poderlo conocer, y poder decir a sus hijos y nietos días después, como era el recorrido de su tan querido Río Duero. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre de Tordesillas, labrador de buenas fincas en la Ribera del Duero, acabado el verano, del año 1855, inicio un camino con su caballo, siguiendo el cauce del río Duero, en dirección hacia Soria, y provincia, lugar del nacimiento de dicho río. En sus alforjas llevaba, una buena bota de vino blanco Verdejo de La Seca, y comida de chorizo y jamón para varios días, su caballo con las herraduras recién puestas, y su montura echa a mano, era una verdadera obra de artesanía castellana, paso por La Peña, donde el hombre había ido varias veces de romería en septiembre, y continuo el cauce atravesando fincas y viñedos, que ya empezaban a estar sus uvas maduras. Llego por tierras de Villanueva de Duero, el conocido por el pueblo de las tres mentiras. Ya que ni es Villa. Ni es Nueva. Ni pasa el Duero por ella. Continúo su camino hasta Puente Duero, un pueblo que entonces era cuna de pinos piñoneros, ya que allí se dedicaban en aquellos años, a producir piñones para el consumo humano y las pastelerías. Tuvo la osadía de llegar hasta Pesqueruela, lugar donde el Río Pisuerga hace grande al Duero, allí descubrió el refrán castellano que dice, El Duero tiene la fama, y el Pisuerga lleva el agua. El hombre aquel estaba encantado, con conocer lugares cercanos a Tordesillas, donde nunca tuvo la suerte de pisar. Y encima con la historia del Río que tanto amo desde niño. Continúo su camino hasta Laguna de Duero, y desde allí hasta Tudela de Duero, lugar de su primera noche alejado de Tordesillas. Sin pasar por la ciudad de Valladolid, la que conoció, siendo niño con sus padres, viajando con un caballo y una tartana, de ruedas romanas de radios, y que aquel viaje le pareció maravilloso, al ver las calles adoquinadas de la ciudad del Pisuerga. Y algunos comercios de la capital de Castilla, y capital de España, hasta que Felipe II, la traslado a Madrid. Más volviendo a su viaje, y después de desayunar y arreglarse un poco en la posada de Tudela, marchó camino de Sardón de Duero, un pequeño pueblo entonces, donde apenas existían comercios, y siguiendo su camino hasta las dos Quintanillas, una de Abajo y otra de Arriba, y pasar por Pesquera de Duero, donde ya se presumía del buen vino tinto de la Ribera del Duero, y lugar del Vega Sicilia. Terminando su jornada en Peñafiel, según el dicho popular. “La Peña más fiel de Castilla. Y donde un Castillo ocupa la colina, que le da fama a tan precioso lugar castellano. Pasando allí una noche en la posada del lado del río Duero. Siguiendo su ruta, entro en la provincia de Burgos, en el lugar de Castrillo de Duero, allí nació, Juan Martín, el famoso guerrillero de la guerra de la Independencia, “El Empecinado”, Que terminaría siendo encarcelado en Roa de Duero, y paseado los días de mercado, en un carro de barrotes de hierro. Como un vulgar delincuente, habiendo sido un verdadero héroe de dicha guerra, siendo el enemigo número uno de los franceses, a los que en cantidad de emboscadas les anulo como ejército. Para después de dos años sufriendo dichas vejaciones, el Rey deseado, así llamado, Fernando VII, le mando ejecutar, por no ser de su cuerda absolutista, tirano, y según la historia, el peor rey que tuvo España durante muchos años. Siguiendo su camino llegó Aranda de Duero, con aquel Puente famoso, terminado en curva, donde según la jota popular de esa tierra, dicen que “Se tiró el Tío Juanillo, pero no se mató”. En Aranda pudo visitar varias bodegas de vino tinto, y bastante bueno, y comer cochinillo en una taberna que existía en la vieja carretera de Madrid a Burgos. Y recopilar fuerzas para seguir el camino al día siguiente, por las tierras del Monasterio de la Vic, para llegar hasta la tierra del Burgo de Osma, provincia de Soria. Donde el Duero recoge el agua del río Ucero, y conocer esa Villa con una Universidad, Santa Catalina, hoy día es un balneario de aguas termales. Además de su Catedral muy preciosa, con sus eternos soportales, y así poder seguir caminando el día siguiente hasta Berlanga de Duero, que como otros pueblos de la zona, El Río pasa por su término, pero alejado de dicha localidad, donde El Cid Campeador, según la historia, fue el primer alcalde de dicho lugar. Y donde la familia de Don Pedro de Tovar, fueron los dueños de su Castillo guerrero, durante muchos siglos. Haciendo de dicho terreno su feudal sistema. De marquesado de Berlanga, que aún conservan fincas en la zona, que fueron dadas o arrendadas a los vecinos del marquesado. Aquel hombre tordesillano, pudo llegar hasta Almazán, lugar amurallado, y balcón al Duero desde su Plaza Mayor. Y villa famosa por sus dulces. Marchando al día siguiente hasta Soria, una ciudad que entonces no tenía ni 7000, habitantes, llena de costumbres y tradiciones, casi siempre unidos a sus pinares. Pudo pasearse, por El Collado, y ver alguna iglesia como la da Santa María. Y llegar a San Saturio, en las laderas del Duero, visitando Los Arcos de San Juan, y pasar por San Pol, en aquel lugar encantado, que años más tarde le daría a conocer Don Antonio Machado. Y que sigue siendo lugar de cita de poetas y amantes del territorio aquel, que es poesía pura. Donde Gustavo Adolfo Bécquer, pudo escribir su Monte de Las Ánimas. Y Gerardo Diego su cantico al Río Duero. Los días siguientes fueron para llegar hasta Molinos de Duero, y El Abejar, pasando por Vinuesa, Covaleda, y parte de la Sierra del Urbión, donde nace el Río Duero, Todo aquel entorno le pareció aquel hombre una maravilla, de la Madre Naturaleza, Su retorno hacía la tierra de Tordesillas, le siguió siendo una fortuna el poderlo conocer, y poder decir a sus hijos y nietos días después, como era el recorrido de su tan querido Río Duero. G X Cantalapiedra.