PARA NO OLVIDAR
Besos que siguen marcando los caminos de la vida, muchos abrazos rondando al notar la despedida. Las lágrimas se eliminan entre penosas miradas, muchas quizá determinan sombras que siguen penadas. Hay besos que se marcharon por las orillas del Duero, y se fueron alejando sin explicar su te quiero. Cuando las tardes terminan, si vives El ROMANCERO, las penas que se eliminan nunca buscaron dinero. En Tordesillas las sombras, son los Caminos del Duero, donde vuelan las alondras con sus volar altanero. Los besos buscan caminos, que no les mate el invierno, aunque se borren los signos de algún frío casi eterno. Los amores delicados tienen sombras de consuelo, algunos viven forzados a seguir sobre ese suelo. Tordesillas de esperanzas ante el otoño tan fiero, la pandemia anula danzas del más fuerte caballero. La tragedia sigue viva, la pandemia vive dentro, ella tan solo se activa para ser de nuevo el centro. Las tardes siguen su curso, este otoño viene austero, El Duero tiene el recurso de ver sus fríos de enero. Cuando se viven abrazos por las orillas del Duero, intentas no romper lazos ni borrar ningún te quiero. Miradas que son testigos, caballos que van corriendo, la pandemia da castigos que nadie les va fingiendo. Estos tiempos otoñales que tiemblan sin ver los ruegos, nunca pueden ser normales ni llenar sufridos pliegos. La epidemia sigue en marcha, dicen que va por El Duero, y a cualquier humano engancha con su paso traicionero. No perdamos los papeles, la distancia es lo primero, el virus tiene niveles que puede volar el Duero. G X Cantalapiedra. 19 – 10 – 2020.
Besos que siguen marcando los caminos de la vida, muchos abrazos rondando al notar la despedida. Las lágrimas se eliminan entre penosas miradas, muchas quizá determinan sombras que siguen penadas. Hay besos que se marcharon por las orillas del Duero, y se fueron alejando sin explicar su te quiero. Cuando las tardes terminan, si vives El ROMANCERO, las penas que se eliminan nunca buscaron dinero. En Tordesillas las sombras, son los Caminos del Duero, donde vuelan las alondras con sus volar altanero. Los besos buscan caminos, que no les mate el invierno, aunque se borren los signos de algún frío casi eterno. Los amores delicados tienen sombras de consuelo, algunos viven forzados a seguir sobre ese suelo. Tordesillas de esperanzas ante el otoño tan fiero, la pandemia anula danzas del más fuerte caballero. La tragedia sigue viva, la pandemia vive dentro, ella tan solo se activa para ser de nuevo el centro. Las tardes siguen su curso, este otoño viene austero, El Duero tiene el recurso de ver sus fríos de enero. Cuando se viven abrazos por las orillas del Duero, intentas no romper lazos ni borrar ningún te quiero. Miradas que son testigos, caballos que van corriendo, la pandemia da castigos que nadie les va fingiendo. Estos tiempos otoñales que tiemblan sin ver los ruegos, nunca pueden ser normales ni llenar sufridos pliegos. La epidemia sigue en marcha, dicen que va por El Duero, y a cualquier humano engancha con su paso traicionero. No perdamos los papeles, la distancia es lo primero, el virus tiene niveles que puede volar el Duero. G X Cantalapiedra. 19 – 10 – 2020.