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TORDESILLAS LA PANDEMIA NUNCA BUSCÓ MARAVILLAS
Estas sentidas jornadas de caminar junto al Duero, parecen estar calcadas del bonito ROMANCERO. Un siglo de aquella peste que nos dejó muchos muertos, en aquel paisaje agreste hubo muy serios momentos. Tordesillas no se olvida de otros tan sufridos tiempos, la salud si no se cuida te deja malos tormentos. No busques noches penosas para lanzar tus lamentos, ni palabras bochornosas que anulan los sentimientos. Tordesillas se despierta entre las brisas del Duero, y quiere seguir alerta ante el virus traicionero. Esta pandemia nos llega en silencio y con enredos, en ningún lugar se pliega dejando penosos credos. Cuando relinchan caballos, cuando va crecido el Duero, de madrugada los gallos cantan con ritmo altanero. Estas jornadas tan grises donde el otoño es más fiero, vemos volando perdices por La Ribera del Duero. La epidemia no descansa, ni sabe de amor sincero, anula cualquier garganta con su virus que es de acero. Los pinares están tristes, sobre todo los del Duero, en La Vega sé que existen entre nieblas y aguacero. Tordesillas de templanzas llenas de sueños austeros, donde se conocen danzas de los pinos piñoneros. No perdamos la esperanza, el virus corre ligero, la pandemia tiene danza que no le teme al acero. Cuando se vayan los virus, si se ha pasado el invierno, lanzaremos los suspiros con ese calor eterno. La Madre Naturaleza sabe cómo es el infierno, dejando su fortaleza con el frío del invierno. Respirando buenos aires, sin buscar nunca lamentos, no querer lograr desaires que nos dejen sufrimientos. Cuando nos lleguen las nieblas por La Ribera del Duero, los virus que nunca tiemblan mostraran garras de acero. Respetando la distancia para seguir los consejos, no tendremos ignorancia ni sufriremos complejos. Tordesillas con pasiones por aguantar con salero, buscando las soluciones sin derrochar el dinero. G X Cantalapiedra. 20 – 10 - 2020.
Estas sentidas jornadas de caminar junto al Duero, parecen estar calcadas del bonito ROMANCERO. Un siglo de aquella peste que nos dejó muchos muertos, en aquel paisaje agreste hubo muy serios momentos. Tordesillas no se olvida de otros tan sufridos tiempos, la salud si no se cuida te deja malos tormentos. No busques noches penosas para lanzar tus lamentos, ni palabras bochornosas que anulan los sentimientos. Tordesillas se despierta entre las brisas del Duero, y quiere seguir alerta ante el virus traicionero. Esta pandemia nos llega en silencio y con enredos, en ningún lugar se pliega dejando penosos credos. Cuando relinchan caballos, cuando va crecido el Duero, de madrugada los gallos cantan con ritmo altanero. Estas jornadas tan grises donde el otoño es más fiero, vemos volando perdices por La Ribera del Duero. La epidemia no descansa, ni sabe de amor sincero, anula cualquier garganta con su virus que es de acero. Los pinares están tristes, sobre todo los del Duero, en La Vega sé que existen entre nieblas y aguacero. Tordesillas de templanzas llenas de sueños austeros, donde se conocen danzas de los pinos piñoneros. No perdamos la esperanza, el virus corre ligero, la pandemia tiene danza que no le teme al acero. Cuando se vayan los virus, si se ha pasado el invierno, lanzaremos los suspiros con ese calor eterno. La Madre Naturaleza sabe cómo es el infierno, dejando su fortaleza con el frío del invierno. Respirando buenos aires, sin buscar nunca lamentos, no querer lograr desaires que nos dejen sufrimientos. Cuando nos lleguen las nieblas por La Ribera del Duero, los virus que nunca tiemblan mostraran garras de acero. Respetando la distancia para seguir los consejos, no tendremos ignorancia ni sufriremos complejos. Tordesillas con pasiones por aguantar con salero, buscando las soluciones sin derrochar el dinero. G X Cantalapiedra. 20 – 10 - 2020.