SI ME GUSTAN LAS CAMPANAS
Ábreme la puerta madre, ábreme la puerta hermana, que quizá llegue mi padre con el toque de campana. Cuantas veces de chiquillo escuche la serenata, la Luna dejaba el brillo sin ser jamás una errata. Cuando el Duero iba gritando Tordesillas escuchaba, El Puente sigue callando y la corriente exclamaba, Tardes que rompen complejos, sombras que son alargadas, pasiones que desde lejos viven noches encantadas. Arriba por El Foraño las palabras van voladas, el viento no se ve extraño en sus calles tan soñadas. Tordesillas escuchando los sonidos de campanas, el viento sigue silbando sin buscar las horas vanas. La Luna se va marchado quizá con la madrugada, por detrás viene dejando alguna rosa encumbrada. Deja que amanezca el día, es bonita la mañana, viviremos la alegría de ver sonar la campana. Los colores se vislumbran entre las tierras lejanas, las claridades alumbran con sonidos de campanas. Dejar que la vida siga, la pandemia no se acaba, que la vacuna persiga a la epidemia malvada. Tordesillas esperando que se termine esta plaga, el corazón va pensando que el virus siempre hace llaga. Esperando lo sonidos de un vivir con esperanza, no quiero pueblos vencidos por tan maldita balanza. La pandemia no se marcha queriendo casas cerradas, a cualquier humano engancha en sus terribles andadas. Las campanas nos alegran en las frías madrugadas, sus sonidos que se esperan buscan tardes encantadas. El Duero lo va pensando, El Puente siempre se calla, el aire viene gritando sin temer a cualquier valla. Estas fechas temerosas de vacunas y esperanzas, buscan jornadas dichosas que pueden dejarnos danzas. Tordesillas de pasiones que quieren buena constancia, entre sus grandes razones no quieren ver ignorancia. G X Cantalapiedra.
Ábreme la puerta madre, ábreme la puerta hermana, que quizá llegue mi padre con el toque de campana. Cuantas veces de chiquillo escuche la serenata, la Luna dejaba el brillo sin ser jamás una errata. Cuando el Duero iba gritando Tordesillas escuchaba, El Puente sigue callando y la corriente exclamaba, Tardes que rompen complejos, sombras que son alargadas, pasiones que desde lejos viven noches encantadas. Arriba por El Foraño las palabras van voladas, el viento no se ve extraño en sus calles tan soñadas. Tordesillas escuchando los sonidos de campanas, el viento sigue silbando sin buscar las horas vanas. La Luna se va marchado quizá con la madrugada, por detrás viene dejando alguna rosa encumbrada. Deja que amanezca el día, es bonita la mañana, viviremos la alegría de ver sonar la campana. Los colores se vislumbran entre las tierras lejanas, las claridades alumbran con sonidos de campanas. Dejar que la vida siga, la pandemia no se acaba, que la vacuna persiga a la epidemia malvada. Tordesillas esperando que se termine esta plaga, el corazón va pensando que el virus siempre hace llaga. Esperando lo sonidos de un vivir con esperanza, no quiero pueblos vencidos por tan maldita balanza. La pandemia no se marcha queriendo casas cerradas, a cualquier humano engancha en sus terribles andadas. Las campanas nos alegran en las frías madrugadas, sus sonidos que se esperan buscan tardes encantadas. El Duero lo va pensando, El Puente siempre se calla, el aire viene gritando sin temer a cualquier valla. Estas fechas temerosas de vacunas y esperanzas, buscan jornadas dichosas que pueden dejarnos danzas. Tordesillas de pasiones que quieren buena constancia, entre sus grandes razones no quieren ver ignorancia. G X Cantalapiedra.