Me está emocionando descubrir cómo era mi pueblo en los siglos pasados.
En el libro de Rentas de Fábrica, conservado en el Archivo Diocesano de Valladolid, figura el pueblo como "Torrecilla del Valle, jurisdicción de la villa de Torre de Lobatón."
En 1617, el cura se llamaba Francisco de Vega, y el procurador, Antonio Emelgo.
Habla este documento de las leyes de la mancomunidad. A la iglesia le pertenecían un conjunto de tierras desde 1616, y a partir de 1707 la llamada "casa nueva".
Cada año se reúnen los vecinos en el atrio de la iglesia con el objeto de arrendar las heredades. Se van adjudicando al mejor postor.
Entre las tierras se mencionan algunos nombres conservados en la actualidad: la viña de la Guindalera, la tierra de Robledo, los picones de Alama, la de las Cuevas, la de las Fuentes, la del prado de San Miguel, la de la Laguna, del Barrial de Carretorre, la Manga, el Campanino, los tesicos de Lucas, etc.
Uno de mis antepasados, José Sánchez Moneo, arrendó durante varios años la casa nueva al precio de cien reales.
En fin, sólo son ecos del pasado.
Mª Jesús Pinacho Rodríguez.
En el libro de Rentas de Fábrica, conservado en el Archivo Diocesano de Valladolid, figura el pueblo como "Torrecilla del Valle, jurisdicción de la villa de Torre de Lobatón."
En 1617, el cura se llamaba Francisco de Vega, y el procurador, Antonio Emelgo.
Habla este documento de las leyes de la mancomunidad. A la iglesia le pertenecían un conjunto de tierras desde 1616, y a partir de 1707 la llamada "casa nueva".
Cada año se reúnen los vecinos en el atrio de la iglesia con el objeto de arrendar las heredades. Se van adjudicando al mejor postor.
Entre las tierras se mencionan algunos nombres conservados en la actualidad: la viña de la Guindalera, la tierra de Robledo, los picones de Alama, la de las Cuevas, la de las Fuentes, la del prado de San Miguel, la de la Laguna, del Barrial de Carretorre, la Manga, el Campanino, los tesicos de Lucas, etc.
Uno de mis antepasados, José Sánchez Moneo, arrendó durante varios años la casa nueva al precio de cien reales.
En fin, sólo son ecos del pasado.
Mª Jesús Pinacho Rodríguez.