Es verdad que todos los nuevos vecinos de Urueña son estupendos y ayudan a elevar la buena fama del pueblo con su trabajo y su nivel cultural, y como personas; todos menos esa que todos sabemos, la de las tortugas, que tiene muy mala uva y muchas ambiciones políticas de cara al ayuntamiento. Cuidado con ella ¡ojo!. Es verdad que Joaquín Díaz se merece una calle y ser hijo adoptivo de Urueña ¿para cuando?