El hechizo de Valluengo en
primavera es subyugante, bajo ese
cielo añil salpicado de impolutas nubes. Pero quien haya dormido junto a una parva cuando este paraje era
la era comunal de
Almeida, bajo una
bóveda en la que todas las estrellas del universo titilaban con giños de luz en sus fulgores..., ése nunca podrá olvidar la emoción de aquellas
noches veraniegas y la fascinación de su plácidez serena.