No dejemos morir a Sayago! Que cada uno hago lo que pueda en su favor. ¡Los sudores que yo he dejao aquí tirando de tornadera y bieldo! ¡Ay Almeida, quien te ha visto y quien te ve! Algunos a base de kurro y hambre hemos sacao palante este pueblo y este pais, otros se estan encargando de hundirlo todo. El hechizo de Valluengo en primavera es subyugante, bajo ese cielo añil salpicado de impolutas nubes. Pero quien haya dormido junto a una parva cuando este paraje era la era comunal de Almeida, bajo una bóveda en la que todas las estrellas del universo titilaban con giños de luz en sus fulgores..., ése nunca podrá olvidar la emoción de aquellas noches veraniegas y la fascinación de su plácidez serena.