Este precioso lugar, que con tanto afán y dedicación consiguió realizar el entonces alcalde don Juan Antonio Panero Martín con la ayuda de casi todo el pueblo a prestación personal, se encuentra ahora con sus bancos y mesas destrozados, árboles tronchados, el manantial cegado o casi, el valle hecho una trinchera... ¡Qué pena! ¿No habría forma de conservar lo bueno que tenemos como se merece, en beneficio de todos?