Dedicado a todas las madres del mundo, en especial a la mía.
EL MERCADER.
Imagínate, madre, que tú te quedas en
casa y yo me marcho a recorer tierras extrañas. Figúrate que mi
barca está dispuesta en el embarcadero, cargada hasta el tope. Ahora piensa bien, madre, qué quieres que te traiga a mi regreso.
¿Quieres, madre, perlas tan grandes como los goterones de
otoño? Llegaré hasta las
playas de la isla de las perlas. Allí, a la luz temprana de la aurora, las perlas tiemblan sobre las
flores del
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