En las doradas playas de infinitos mundos los niños se reúnen para jugar entre brincos y gritos. Alzan castillos de arena y juegan con las conchas vacias. Construyen barcos con hojas secas y los botan riendo hacia la mar profunda. No saben nadar ni echar las redes. Los pescadores se zambullen en busca de perlas y los comerciantes navegan en sus barcos, mientras los niños recogen piedrecitas y las arrojan de nuevo. Las olas asesinas cantan a los niños baladas tontas, al igual que la MADRE que mece la cuna donde duerme su hijo.