Yo hace años ví con mis propios ojos que desde la cercera de la bodega abandonada llamada de los Picuruchos y que está al lado de la bodega que era de Recaredo, pendían de sogas multitud de perros, incluso mastines. Habría en torno a 10 o 12 perros ejecutados. El hedor era insoportable pero menos posiblemente que el que desprendían las criminales conciencias de sus asesinos.