ESTA TRAGEDIA LA VIVIÒ NUESTRO PUEBLO CASTROVERDE DE CAMPOS EN AÑO PASADO. POR NO TENER NIÑAS Y NIÑOS SUFICIENTES SE QUEDÒ SIN ESCUELA. EN NUESTRO PUEBLO CON ESCUELAS PARA MAS DE 200 NIÑOS SE CIERRAN POSIBLEMENTE ""SINE DIE"". ES MUY TRISTE QUE ESTE SEA EL FUTURO DE NUESTRO PUEBLO. REVELAROS Y LUCHAR POR QUE ESTA SITUACIÒN DE SUPERE. ESTA ES LA HISTORIA DE UN PUEBLO DE VALLADOLID //TORRECILLA DE LA ABADESA// QUE NOS CUENTA PEDRO SIMÒN COMO LOS PADRES LLORARON ANTE TAN TRISTE ACONTECIMIENTO. ¡LEVANTAROS CASTROVERDENSES! QUE NUESTRAS ESCUELAS NO TENGAN EL DESTINO DE NUESTRA IGLESIA DE ""LA SAGRADA"". NAZARIO MATOS
HISTORIAS --PEDRO SIMÓN--- Miércoles, 10 marzo 2021 - 22:37
Torrecilla de la Abadesa (Valladolid) El último día de una escuela rural: "Los padres lloran como si despidieran a alguien para siempre"En la escuela de Torrecilla de la Abadesa llegó a haber medio centenar de niños. Pero desde diciembre ya sólo quedaba una alumna llamada Ángela. El 26 de febrero cerró sus puertas para siempre. EL MUNDO fue testigo de un día que, según temen, marcará el destino del pueblo. De estos 40 metros cuadrados han salido abogadas o médicos igual de esmerados que pueden salir en la capital. Aquí han compartido pupitre chicos y chicas que luego se comieron el mundo en la ciudad, pero que antes -durante la infancia- se lo desayunaron en el pueblo. Por estos ventanales que dan a un sembrado donde una cigüeña busca en los surcos, se han asomado también los ojos curiosos de los que buscaban en los libros. Y esta mañana fantasmas. Y hoy un entierro. Como quien dice, el año pasado ya se levantó acta de defunción: la escuelita agonizaba, de seis niñas que eran en 2017 iban a pasar a ser tres, y no había modo de mantener aquello abierto. El pueblo entero -que recordaba los tiempos del maestro don Florentino, la señorita Marisa y aquella escuela de dos aulas con 25 alumnos cada una- comenzó a enfermar un poco. Entonces la directora Ángela Garrido viajó con la alcaldesa de Torrecilla de la Abadesa a tratar de convencer a los de la dirección provincial. En una suerte de expedición a la desesperada.«Nos dijeron: 'No podemos hacer nada'. Me fui de vacaciones de Semana Santa angustiada», cuenta Garrido. «Luego, al volver, nos informaron de que había una nueva instrucción que nos favorecía: desde este curso, la legislación autonómica [la más propicia con la enseñanza rural] dice que una escuela de tres alumnos se mantendrá abierta de forma excepcional sólo si al año siguiente se prevé un incremento del alumnado. Ese era el caso de Torrecilla. Respiramos de alivio. Así nos salvamos del cierre». Los dos alumnos que vendrán son los hermanos de Denisa y de Gabriela y se llaman Diana y Samuel. Sumarán cinco. Y, si no pasa nada raro, seguirán siendo siete profesores, cuatro de ellos itinerando de un pueblo al otro según hagan falta acá o allá. Sólo hay siete escuelas de tres alumnos en toda España y cinco de ellas están en Castilla y León, la comunidad autónoma que mejores resultados obtiene en el informe Pisa. Si en Lectura los estudiantes tienen el nivel de Finlandia, en Matemáticas superan a Alemania o en Ciencias son mejores que los de Corea del Sur, dicen los expertos, también es por una causa: las bajas ratios de la escuela rural.«Si este año se hubiese cerrado, es muy probable que ya no se hubiese vuelto a abrir», concede María Sanz de Pablo, la alcaldesa. «Y ya sabemos lo que supone eso: una escuela dinamiza la vida en el medio rural. Sin los niños, los pueblos se pierden». Preguntar es examinar. Y en la escuela más pequeña de España hoy lo hacemos nosotros.-Si tuvieras 30 alumnos en una clase en vez de tres -le decimos a Laura-, ¿serías peor maestra?-Sería la misma -responde-, pero lo que recibirían ellos sería distinto... Mira, para ellas tres esto es un lujo, pero para mí es un regalo.-Tú diste clase en la ciudad. ¿Las diferencias?-La escuela rural es la calidad frente a la vorágine -contesta-. Los niños de la ciudad están empapados de las prisas de sus padres. Aquí viven más al ritmo de la naturaleza, al que marca el paso de las estaciones. Los alumnos de pueblo son más libres, están más conectados consigo mismos, son niños más niños, más puros. De las sílabas tónicas saltan a las restas con llevadas, de las restas con llevadas a los arrecifes de coral, de los arrecifes de coral al what's the time. Como las que juegan a la rayuela. Quién sabe, quizá si Gabriela estuviese cortando el pelo -«lo estás haciendo muy bien, ¿no te parece?»-, no sonreiría así. Cada mes es un salto a la pata coja, al ritmo de las estaciones de las que hablaba Laura. Lo siguiente es la castañada que harán en noviembre, en la que uno de los abuelos asará los frutos secos y les hablará como un maestro. Educar a fuego lento, sí. Y también comer del mismo modo.Ángela acaba de venir desde Torrelobatón para almorzar con su compañera y luego dar las clases vespertinas de inglés. En los tupperware hay arroz tres delicias, humus y pimientos. El otro viernes las tres niñas tomaron nota, fueron un momento andando a casa, cogieron unas viandas: las cinco hicieron la comida en el parque. Preguntar es examinar. Y en la escuela más pequeña de España ahora es el turno de la maestra Laura. «Yo me pregunto qué es más importante para un niño. ¿Un paseo en bici con tu padre por la tarde en el campo o encerrarte a hacer los deberes después de un día entero en clase, eh?». En el aula hay dos globos terráqueos, seis ventanales por los que entra la luz del otoño, dos relojes de pared que suenan desacompasados. Y también alguna letra ejemplar para que la lean las tres niñas. La de la corchera es de Maldita Nerea y dice lo siguiente: «La suerte ayuda a los que quieren volar, más allá del mar, más allá del miedo».
Antoni Benaiges fue un maestro que lo entendió antes que el grupo de pop rock. En 1934 se instaló en Bañuelos de Bureba, un pueblo de Burgos sin agua ni luz en el que había 58 casas, 200 vecinos, una escuela y 32 niños. Su método pedagógico consistía en abrir las mentes e incluía un gramófono, una imprenta y una promesa a sus alumnos: en el verano, les llevaría a ver el mar. Aquel sueño de verano se cristalizó en un cuaderno que hicieron los chicos en clase y que se tituló El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca.«El mar será muy hondo. Será de hondo como dos veces la veleta de la torre. Y tendrá dos metros de largura», escribió el niño Baldomero Sáez.«El mar será muy grande, muy ancho, muy hondo. Dice Fernando que será como de Vallejopablo al cerro de Quebrantalinos de ancho, metros y metros de hondo», escribió el niño Antonio García. El maestro fue fusilado en 1936 y no hubo excursión. Aquí en Torrecilla mares no hay. Pero sí hay mapas que te llevan a tesoros. No son las cuatro extraescolares que tienen los niños de la capital. Ni sus ciudades llenas de cosas. Ni sus fiestas de cumpleaños. Ni sus tropecientos regalos. Aquí -hoy, esta tarde, por un sendero, mientras hablan del sol, las palabras llanas y los insectos-, las tres niñas y su maestra sólo quieren llegar al río. NAZARIO MATOS
HISTORIAS --PEDRO SIMÓN--- Miércoles, 10 marzo 2021 - 22:37
Torrecilla de la Abadesa (Valladolid) El último día de una escuela rural: "Los padres lloran como si despidieran a alguien para siempre"En la escuela de Torrecilla de la Abadesa llegó a haber medio centenar de niños. Pero desde diciembre ya sólo quedaba una alumna llamada Ángela. El 26 de febrero cerró sus puertas para siempre. EL MUNDO fue testigo de un día que, según temen, marcará el destino del pueblo. De estos 40 metros cuadrados han salido abogadas o médicos igual de esmerados que pueden salir en la capital. Aquí han compartido pupitre chicos y chicas que luego se comieron el mundo en la ciudad, pero que antes -durante la infancia- se lo desayunaron en el pueblo. Por estos ventanales que dan a un sembrado donde una cigüeña busca en los surcos, se han asomado también los ojos curiosos de los que buscaban en los libros. Y esta mañana fantasmas. Y hoy un entierro. Como quien dice, el año pasado ya se levantó acta de defunción: la escuelita agonizaba, de seis niñas que eran en 2017 iban a pasar a ser tres, y no había modo de mantener aquello abierto. El pueblo entero -que recordaba los tiempos del maestro don Florentino, la señorita Marisa y aquella escuela de dos aulas con 25 alumnos cada una- comenzó a enfermar un poco. Entonces la directora Ángela Garrido viajó con la alcaldesa de Torrecilla de la Abadesa a tratar de convencer a los de la dirección provincial. En una suerte de expedición a la desesperada.«Nos dijeron: 'No podemos hacer nada'. Me fui de vacaciones de Semana Santa angustiada», cuenta Garrido. «Luego, al volver, nos informaron de que había una nueva instrucción que nos favorecía: desde este curso, la legislación autonómica [la más propicia con la enseñanza rural] dice que una escuela de tres alumnos se mantendrá abierta de forma excepcional sólo si al año siguiente se prevé un incremento del alumnado. Ese era el caso de Torrecilla. Respiramos de alivio. Así nos salvamos del cierre». Los dos alumnos que vendrán son los hermanos de Denisa y de Gabriela y se llaman Diana y Samuel. Sumarán cinco. Y, si no pasa nada raro, seguirán siendo siete profesores, cuatro de ellos itinerando de un pueblo al otro según hagan falta acá o allá. Sólo hay siete escuelas de tres alumnos en toda España y cinco de ellas están en Castilla y León, la comunidad autónoma que mejores resultados obtiene en el informe Pisa. Si en Lectura los estudiantes tienen el nivel de Finlandia, en Matemáticas superan a Alemania o en Ciencias son mejores que los de Corea del Sur, dicen los expertos, también es por una causa: las bajas ratios de la escuela rural.«Si este año se hubiese cerrado, es muy probable que ya no se hubiese vuelto a abrir», concede María Sanz de Pablo, la alcaldesa. «Y ya sabemos lo que supone eso: una escuela dinamiza la vida en el medio rural. Sin los niños, los pueblos se pierden». Preguntar es examinar. Y en la escuela más pequeña de España hoy lo hacemos nosotros.-Si tuvieras 30 alumnos en una clase en vez de tres -le decimos a Laura-, ¿serías peor maestra?-Sería la misma -responde-, pero lo que recibirían ellos sería distinto... Mira, para ellas tres esto es un lujo, pero para mí es un regalo.-Tú diste clase en la ciudad. ¿Las diferencias?-La escuela rural es la calidad frente a la vorágine -contesta-. Los niños de la ciudad están empapados de las prisas de sus padres. Aquí viven más al ritmo de la naturaleza, al que marca el paso de las estaciones. Los alumnos de pueblo son más libres, están más conectados consigo mismos, son niños más niños, más puros. De las sílabas tónicas saltan a las restas con llevadas, de las restas con llevadas a los arrecifes de coral, de los arrecifes de coral al what's the time. Como las que juegan a la rayuela. Quién sabe, quizá si Gabriela estuviese cortando el pelo -«lo estás haciendo muy bien, ¿no te parece?»-, no sonreiría así. Cada mes es un salto a la pata coja, al ritmo de las estaciones de las que hablaba Laura. Lo siguiente es la castañada que harán en noviembre, en la que uno de los abuelos asará los frutos secos y les hablará como un maestro. Educar a fuego lento, sí. Y también comer del mismo modo.Ángela acaba de venir desde Torrelobatón para almorzar con su compañera y luego dar las clases vespertinas de inglés. En los tupperware hay arroz tres delicias, humus y pimientos. El otro viernes las tres niñas tomaron nota, fueron un momento andando a casa, cogieron unas viandas: las cinco hicieron la comida en el parque. Preguntar es examinar. Y en la escuela más pequeña de España ahora es el turno de la maestra Laura. «Yo me pregunto qué es más importante para un niño. ¿Un paseo en bici con tu padre por la tarde en el campo o encerrarte a hacer los deberes después de un día entero en clase, eh?». En el aula hay dos globos terráqueos, seis ventanales por los que entra la luz del otoño, dos relojes de pared que suenan desacompasados. Y también alguna letra ejemplar para que la lean las tres niñas. La de la corchera es de Maldita Nerea y dice lo siguiente: «La suerte ayuda a los que quieren volar, más allá del mar, más allá del miedo».
Antoni Benaiges fue un maestro que lo entendió antes que el grupo de pop rock. En 1934 se instaló en Bañuelos de Bureba, un pueblo de Burgos sin agua ni luz en el que había 58 casas, 200 vecinos, una escuela y 32 niños. Su método pedagógico consistía en abrir las mentes e incluía un gramófono, una imprenta y una promesa a sus alumnos: en el verano, les llevaría a ver el mar. Aquel sueño de verano se cristalizó en un cuaderno que hicieron los chicos en clase y que se tituló El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca.«El mar será muy hondo. Será de hondo como dos veces la veleta de la torre. Y tendrá dos metros de largura», escribió el niño Baldomero Sáez.«El mar será muy grande, muy ancho, muy hondo. Dice Fernando que será como de Vallejopablo al cerro de Quebrantalinos de ancho, metros y metros de hondo», escribió el niño Antonio García. El maestro fue fusilado en 1936 y no hubo excursión. Aquí en Torrecilla mares no hay. Pero sí hay mapas que te llevan a tesoros. No son las cuatro extraescolares que tienen los niños de la capital. Ni sus ciudades llenas de cosas. Ni sus fiestas de cumpleaños. Ni sus tropecientos regalos. Aquí -hoy, esta tarde, por un sendero, mientras hablan del sol, las palabras llanas y los insectos-, las tres niñas y su maestra sólo quieren llegar al río. NAZARIO MATOS