TIERRA DE CAMPOS. PÀGINA 2ªPALENCIA: señorío episcopal.
En la Avenencia de 1352, entre Palencia y el monarca Pedro I, se estableció el siguiente procedimiento para designar al cuerpo municipal: cada primer domingo de marzo de cada año la ciudad presentaría una lista de candidatos, y a partir de ella el obispo eligiría cuatro alcaldes y doce regidores, que se desempeñarían en su oficio por el plazo de un año. Durante la segunda mitad del siglo XI y a lo largo del XII, los reyes de Castilla concedieron a los obispos de Palencia numerosos privilegios que llevaron a configurar un régimen señorial eclesiástico en la ciudad. En 1180 el obispo Raimundo, tío del entonces reinante Alfonso VII, dio a conocer el Fuero en el que se precisaban las atribuciones del señor y los derechos y deberes de los vecinos de Palencia. Estos debieron a partir de entonces prestar pleito homenaje a los nuevos obispos que tomarían posesión del señorío. Los privilegios que el Fuero daba al señor incluían: percepción de impuestos y rentas, capacidad normativa, exención fiscal de grupos protegidos, y atribución de monopolios sobre la pesca, la vendimia y la venta de vino. Ningún punto hablaba sobre su intervención el gobierno municipal, pero Alfonso VIII le concedería años después de la promulgación del Fuero el privilegio de designar a los alcaldes ordinarios, probablemente luego de una nominación previa de los candidatos por parte del Concejo. Esto despertó oposiciones dentro de Palencia; en 1315, además, el monarca Alfonso IX le permitió al obispo de la ciudad continuar con una costumbre antigua y designar al merino de Palencia. El concejo, al comprobar que le era imposible arrebatarle esta prerrogativa que consideraba como propia, disminuyó las atribuciones de dicho oficial quitándole el derecho a voto en las asambleas municipales. Este procedimiento experimentaría a lo largo de los años varias reformas, a raíz de los numerosos conflictos que surgieron entre los propios miembros de las clases dirigentes como entre los grupos antagónicos. Primero, en 1447, se consigue que los oficiales nombrados por el obispo no se mantuviesen más de dos años consecutivos. En 1452 finalmente se pasó a modificar el sistema electoral tras un enfrentamiento entre los pecheros y los caballeros: a partir de entonces serían dos procuradores, uno del estado de los caballeros y escuderos, y otro de los hombres buenos pecheros, los que nombren respectivamente diez personas de su estamento para que estos, a su vez, sugirieran los candidatos para las alcaldías y regidurías. Entre ellos, el obispo designará a los cargos del Concejo. En 1480 nuevamente se modificó, pues sería la persona más principal de la ciudad que en ese momento se encontrara en el Concejo la que debería elegir a quienes propondrían al obispo los candidatos a los oficios, dejándose al corregidor la última palabra en caso que no se llegase a un acuerdo. Once años después los Reyes Católicos dispusieron que este nombramiento lo hiciesen el corregidor y el Concejo conjuntamente, medida que institucionalizó la intervención de la Corona en las elecciones municipales. Tensiones y conflictos. La facultad que se le concedió al obispo de poder nombrar a los alcaldes de la Hermandad fue el punto de partida de los primeros incidentes entre los vecinos de Palencia y el poder señorial. Durante la procesión de las reliquias de San Antolín en 1282 aquellos atacaron a los canónigos, y en 1297 se lanzaron contra los bienes del obispo y el Cabildo, mataron al merino y le incendiaron una torre al prelado. Al año siguiente, también se negaron a realizar el pleito homenaje acostumbrado a su señor Álvaro Carrillo. Todas esas muestras de descontento tuvieron castigo en 1300, cuando cien hombre buenos, en condiciones humillantes, debieron arrodillarse ante el obispo que los esperaba en el palacio episcopal y pedir perdón por la desobediencia de la ciudad. Finalmente, en 1314 tuvo lugar en Palencia una de las rebeliones antiseñoriales más violentas de su historia. En esta ocasión, el movimiento fue encabezado por el Concejo y secundada por el conjunto de los vecinos. El obispo Gome se presentó entonces en la reunión concejil para amonestar y castigar a los oficiales por la falta de justicia y la violencia que imperaba en la ciudad. Al año siguiente, la represión contó con penas de muerte y confiscaciones de bienes muebles y raíces en favor del obispo. En realidad, las tensiones no hubieron de acabar nunca. En 1465, por ejemplo, el prelado decretó el entredicho a quienes le habían querido disputar el poder.. NAZARIO MATOS
En la Avenencia de 1352, entre Palencia y el monarca Pedro I, se estableció el siguiente procedimiento para designar al cuerpo municipal: cada primer domingo de marzo de cada año la ciudad presentaría una lista de candidatos, y a partir de ella el obispo eligiría cuatro alcaldes y doce regidores, que se desempeñarían en su oficio por el plazo de un año. Durante la segunda mitad del siglo XI y a lo largo del XII, los reyes de Castilla concedieron a los obispos de Palencia numerosos privilegios que llevaron a configurar un régimen señorial eclesiástico en la ciudad. En 1180 el obispo Raimundo, tío del entonces reinante Alfonso VII, dio a conocer el Fuero en el que se precisaban las atribuciones del señor y los derechos y deberes de los vecinos de Palencia. Estos debieron a partir de entonces prestar pleito homenaje a los nuevos obispos que tomarían posesión del señorío. Los privilegios que el Fuero daba al señor incluían: percepción de impuestos y rentas, capacidad normativa, exención fiscal de grupos protegidos, y atribución de monopolios sobre la pesca, la vendimia y la venta de vino. Ningún punto hablaba sobre su intervención el gobierno municipal, pero Alfonso VIII le concedería años después de la promulgación del Fuero el privilegio de designar a los alcaldes ordinarios, probablemente luego de una nominación previa de los candidatos por parte del Concejo. Esto despertó oposiciones dentro de Palencia; en 1315, además, el monarca Alfonso IX le permitió al obispo de la ciudad continuar con una costumbre antigua y designar al merino de Palencia. El concejo, al comprobar que le era imposible arrebatarle esta prerrogativa que consideraba como propia, disminuyó las atribuciones de dicho oficial quitándole el derecho a voto en las asambleas municipales. Este procedimiento experimentaría a lo largo de los años varias reformas, a raíz de los numerosos conflictos que surgieron entre los propios miembros de las clases dirigentes como entre los grupos antagónicos. Primero, en 1447, se consigue que los oficiales nombrados por el obispo no se mantuviesen más de dos años consecutivos. En 1452 finalmente se pasó a modificar el sistema electoral tras un enfrentamiento entre los pecheros y los caballeros: a partir de entonces serían dos procuradores, uno del estado de los caballeros y escuderos, y otro de los hombres buenos pecheros, los que nombren respectivamente diez personas de su estamento para que estos, a su vez, sugirieran los candidatos para las alcaldías y regidurías. Entre ellos, el obispo designará a los cargos del Concejo. En 1480 nuevamente se modificó, pues sería la persona más principal de la ciudad que en ese momento se encontrara en el Concejo la que debería elegir a quienes propondrían al obispo los candidatos a los oficios, dejándose al corregidor la última palabra en caso que no se llegase a un acuerdo. Once años después los Reyes Católicos dispusieron que este nombramiento lo hiciesen el corregidor y el Concejo conjuntamente, medida que institucionalizó la intervención de la Corona en las elecciones municipales. Tensiones y conflictos. La facultad que se le concedió al obispo de poder nombrar a los alcaldes de la Hermandad fue el punto de partida de los primeros incidentes entre los vecinos de Palencia y el poder señorial. Durante la procesión de las reliquias de San Antolín en 1282 aquellos atacaron a los canónigos, y en 1297 se lanzaron contra los bienes del obispo y el Cabildo, mataron al merino y le incendiaron una torre al prelado. Al año siguiente, también se negaron a realizar el pleito homenaje acostumbrado a su señor Álvaro Carrillo. Todas esas muestras de descontento tuvieron castigo en 1300, cuando cien hombre buenos, en condiciones humillantes, debieron arrodillarse ante el obispo que los esperaba en el palacio episcopal y pedir perdón por la desobediencia de la ciudad. Finalmente, en 1314 tuvo lugar en Palencia una de las rebeliones antiseñoriales más violentas de su historia. En esta ocasión, el movimiento fue encabezado por el Concejo y secundada por el conjunto de los vecinos. El obispo Gome se presentó entonces en la reunión concejil para amonestar y castigar a los oficiales por la falta de justicia y la violencia que imperaba en la ciudad. Al año siguiente, la represión contó con penas de muerte y confiscaciones de bienes muebles y raíces en favor del obispo. En realidad, las tensiones no hubieron de acabar nunca. En 1465, por ejemplo, el prelado decretó el entredicho a quienes le habían querido disputar el poder.. NAZARIO MATOS