TIERRAS DE CAMPOS Y DE ESPAÑA - PÀGINA º4Los cambios en los hábitos alimenticios generan nuevos problemasCinco de los siete principales factores de riesgo para la salud hoy en día (presión arterial alta, niveles altos de colesterol, obesidad, abuso del alcohol y consumo insuficiente de fruta y verdura) que provocan la muerte prematura están vinculados a lo que comemos y bebemos. Más de la mitad de la población adulta de Europa[iii] se clasifica como población con sobrepeso, incluido el más de un 20 % que se clasifica como obesa. La obesidad infantil también es un problema cada vez mayor. En comparación con hace cincuenta años, los europeos consumen más alimentos por persona. La ingesta de proteínas animales, principalmente carne y productos lácteos, se ha duplicado en este período y actualmente duplica la media mundial. Cada año, de media, los adultos europeos comen, por ejemplo, 101 kg de cereales y 64 kg de carne por persona, lo que ha supuesto un leve descenso en los últimos años, aunque la cifra sigue estando por encima de la media mundial. También consumimos más azúcar y productos derivados del azúcar (13 kg) que pescado y marisco (10 kg). Al mismo tiempo, 88 millones de toneladas de alimentos se desperdician[iv] en Europa cada año, lo que corresponde a 178 kg por persona. El desperdicio de comida supone que todos los recursos que se emplean en la producción de alimentos ―agua, suelo y energía― también se desperdician. Asimismo, los contaminantes y los gases de efecto invernadero que se liberan durante la producción, el transporte y la comercialización contribuyen a la degradación ambiental y al cambio climático. No obstante, hay millones de personas en el mundo que no tienen suficientes alimentos nutritivos que comer. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, más de 820 millones de personas[v] en todo el mundo estaban desnutridas en 2017. Según Eurostat, el 12 % de los europeos no se podía permitir[vi] una comida de calidad cada dos días en 2017. Es evidente que el aumento de la producción de alimentos no siempre conlleva una mejor nutrición para todos. Se trata de un problema ampliamente reconocido, y hay medidas europeas y mundiales dirigidas a abordar el desperdicio de alimentos[vii] y la malnutrición, incluido el Objetivo de Desarrollo Sostenible n.º 2: Hambre cero[viii] y el Objetivo n.º 12: Consumo y producción sostenibles[ix]. Ingerir dietas más saludables y minimizar el desperdicio de comida, también a través de una distribución más homogénea de los alimentos saludables y nutritivos en la sociedad y el mundo, podría reducir algunos de los impactos sobre la salud, el medio ambiente y el clima vinculados a los alimentos que se producen en la tierra. Exigencias contrapuestas para los terrenos agrícolasLa política agrícola común de la UE y el mercado único hacen que los productos alimenticios producidos en la UE de acuerdo con estrictas normas de seguridad sean un elemento común de nuestra vida diaria. Además de este comercio interior de productos alimenticios, la UE importa y exporta[x] productos agrícolas desde y hacia el resto del mundo, lo que en 2018 supuso el 7 % de todo el comercio extracomunitario. La UE es un gran importador de fruta y verdura fresca y exporta bebidas, licores y carne. De forma indirecta, el comercio de alimentos implica que la UE importa y exporta recursos de la tierra. Junto con la producción de aceite de palma, el aumento del consumo de carne a escala global es uno de los factores causantes de la deforestación en los bosques tropicales, que a menudo se convierten en pastos para el ganado o en plantaciones de palma. Pero la tierra no solo se cultiva para producir alimentos o pienso animal. Una parte cada vez mayor del terreno agrícola de Europa se utiliza para cultivos como la colza, la remolacha y el maíz para la producción de biocombustible. Las exigencias contrapuestas ejercen una presión adicional sobre la tierra en general, y sobre los terrenos agrícolas en particular, cuando se trata de realizar cultivos para biocombustibles. Los biocombustibles se consideran un instrumento para reducir los gases de efecto invernadero, pero esto depende del modo de producirlos y del material vegetal que utilicen. Varios biocombustibles tienen consecuencias negativas no deseadas para el medio ambiente. Con el fin de impedir estas situaciones, la UE adoptó una serie de criterios sostenibles[xi] para limitar el impacto negativo de los biocombustibles sobre el medio ambiente, incluidos los recursos de la tierra. El impacto ambiental de la UE sobre los recursos de la tierra y el suelo no se limita al territorio de la UE. Los europeos consumen productos agrícolas importados del resto del mundo. La tierra y el suelo, junto con otros recursos como el agua y la energía, en los países que exportan a la UE se ven afectados por los elevados niveles de consumo de Europa. Para garantizar un suministro continuo, las multinacionales también pueden optar por comprar grandes parcelas de terreno en terceros países con el fin de abastecer a los consumidores europeos. Según un informe reciente[xii] de la Plataforma Intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas, la productividad de aproximadamente un cuarto de la superficie terrestre global se ha reducido a raíz de la degradación de la tierra. El descenso de la población de polinizadores puede provocar pérdidas en los cultivos por valor de hasta 500 000 millones EUR al año.. NAZARIO MATOS.