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CASTROVERDE DE CAMPOS: TIERRA DE CAMPOS:: GRACIAS MANUEL RÍOS POR RECORDARME...

TIERRA DE CAMPOS:: GRACIAS MANUEL RÍOS POR RECORDARME MIS TIEMPOS EN CARRIÒN DE LOS CONDES Y EN SAN ZOILO DONDE  PASÈ MI PRIMERA JUVENTUD  INTERNADO EN LA QUE FUÈ "LA APOSTÒLICA DE LOS JESUITAS". NUNCA  ME OLVIDARÉ DE AQUELLOS AÑOS QUE ME HICIERON CRECER COMO PERSONA Y HAN SIDO EL TIMÒN PARA NAVEGAR POR LA VIDA. EN ESTAS FECHAS TAN SEÑALADAS DE PEREGRINAR A BESAR  AL SANTO, SAN SANTIAGO, VOY A TENER  EL PLACER DE VISITAR ESA TIERRA BENDITA, "GALICIA" Y CAMINAR HASTA SANTIAGO DE COMPOSTELA COMO UN PEREGRINO MÀS. CARRIÒN DE LOS CONDES SON MIS RECUERDOS DE UNA EDAD QUE NUNCA SE OLVIDAN, ASÌ COMO TODOS LOS PUEBLOS  DE SU ENTORNO QUE  EN MUCHAS OCASIONES RECORRÌ EN BICICLETA  EN LAS EXCURSIONES QUE HACÍAMOS LOS JUEVES.
SOBRE TODOS ESOS PUEBLOS  MI MAYOR RECUERDO PARA:: /////Villalcázar de Sirga es una pequeña localidad de la provincia de Palencia de poco más de 200 habitantes, atravesada por el CAMINO DE SANTIAGO —CAMINO FRANCÈS—, que se encuentra a medio camino entre FRÓMISTA Y CARRIÒN DE LOS CONDES./////-EN SU IGLESIA  DE SANTA MARÌA  LA BLANCA (TEMPLO-FORTALEZA CONSTRUIDA POR LA ORDEN DE LOS TEMPLARIOS A FINALES DEL SIGLO XII, DONDE  DI MI PRIMERA ALOCUCIÒN ANTE  SUS FELIGRESES  PARA SOLICITAR  UNA AYUDA PARA ""LAS MISIONES"". EN AQUELLO TIEMPOS TODOS LOS AÑOS  ASÌ SE CELEBRABA EL DÍA DE LAS MISIONES.

POR TIERRAS DE PALENCIACAMINO DE SANTIAGO: CARRIÒN DE LOS CONDES. Guía y Consejos para el peregrinoGuía para el Peregrino: ¿Hay que llevar concha para hacer el CAMINO DE SANTIAGO? Guía para el Peregrino: El truco de la mochila y el del cepillo de dientes en el CAMINO DE SANTIAGO. MANUEL RÍOS Actualizado: 24 Ago 2021 - 08:26 CETIglesia de Santiago. MANUEL RÍOSArchivado en: Camino de Santiago
Continúo el Camino por TIERRA DE CAMPOS hasta alcanzar CARRIÒN DE LOS CONDE, junto al río CARRIÒN. Tengo ganas de conocer la villa porque, sin verla, sé que mantiene el sabor medieval, la tradición jacobea; no es en vano que el Códice la destaca como próspera y rica en pan, vino y carne. A la entrada, a mano derecha, una vieja ermita a la que se adosó un tosco garaje (una vecina me confirma que de eso se trata) que la denigra; mas, no quiero que este borrón me condicione, entre otras cosas porque el monumento a Santiago que ya me recibe, me estimula. Losetas metálicas con el topónimo Carrión y la venera encaminan al peregrino. Algo más adelante, a pocos metros de la ermita aludida, la iglesia de Santa María del Camino. Su portada rememora el abono anual del tributo de las cien doncellas, que se satisfaría en este lugar. Ya me referí a esta tradición, y CARRIÒN contribuiría con cuatro doncellas que serían entregadas al infiel frente a una modesta ermita dedicada a Nuestra Señora del Parral, llamada así por la parra que existía frente a su portada. Cuenta la tradición que las jóvenes se encomendaban a la Virgen y he aquí que, en una de las ocasiones, cuatro oportunos toros dieron al traste con el pago. Como agradecimiento, la ermita fue sustituida por una iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Victoria, hoy conocida como Santa María del Camino. De ahí, las escenas de la portada. Santa María es sencilla, hermosa, de dimensiones medias, con parte del muro del lado de la epístola un poco vencido hacia el exterior; a la entrada por la cara oeste, una escalera de caracol da acceso a la tribuna; además, un viejo enterramiento con estatua yacente de mujer cubriéndolo.
Iglesia de Santa María del Camino. / Manuel RiosHacia el centro de la villa, visito la iglesia de Santiago. ¡Santiago! Santiago, siempre presente en el Camino. Este templo se encuentra equipado con una techumbre moderna, aparentemente de madera sobre armazón metálico; hoy funciona como museo, y la señorita recaudadora hace conmigo la excepción, me dice, de permitirme asomar la nariz por las cortinas de acceso. Pero, el interés del monumento, al decir de los especialistas, está en la portada: los doce apóstoles aparecen presididos por un Cristo pantocrátor rodeado de tetramorfos (1), y, en la puerta, un capitel a cada lado representando el bien y la justicia el de la izquierda -la resurrección de Lázaro, para algún autor-, y el mal y el pecado el de la derecha -el juicio que permite aceptar al aspirante en el gremio, según otros-; observo con atención la arquivolta historiada, integrada por veintidós figuras que parecen representar otros tantos oficios gremiales -ceramista, herrero, monje, zapatero…- y dos leones, uno a cada extremo, lo que indicaría que este habría sido un templo gremial, aunque no faltan autores que vean en las veinticuatro figuras a los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Pantocrátor, tetramorfos, apóstoles, capiteles y arquivolta figurativa integran uno de los conjuntos más reconocidos del románico de fines del XII, una auténtica obra maestra. No puedo dejar de aludir a otro muy importante aspecto de la villa en su vertiente jacobea. Y es que, Carrión, con Sahagún y O Cebreiro, fueron sede de los primeros hospitales nacidos en el Camino, en la segunda mitad del siglo X. Ya me refería en Estella a los hospitales para peregrinos y para leprosos. Reflexiono. A poco que uno se pare a pensar, cae en la cuenta de que la mitad del Camino la vivía el peregrino en el hospital. ¡Ay, los hospitales, auténticos úteros maternos! A menudo, se levantaban fuera de las villas y de las ciudades con la clara intención de recibir a los romeros que llegasen a ellas cuando sus puertas estuviesen ya cerradas, como fue el caso de los de Puente la Reina, el Hospital del Rey, de Burgos, y San Marcos, en León. El peregrino, a imagen de lo que puede leerse en la Biblia, era recibido en el hospital siguiendo un protocolo que comprendía el lavado de los pies, que en algunos se hacía con agua caliente y fricciones con un ungüento elaborado mezclando aceite de oliva, sebo de vela y aguardiente. Y resulta curioso consignar que estas instituciones atendían a peregrinos sanos y enfermos, católicos y paganos, judíos y herejes… A los peregrinos sanos no suele permitírsele una estancia superior a un día en el hospital, aunque depende de las normas, de la estación (si el mal tiempo lo demandaba, podían quedarse hasta cinco días y más), de la posible enfermedad… Y para garantizar que el peregrino no exceda del número de días de estancia, algunos hospitales, como los de Burgos, León o Compostela, practican una marca en su bordón. En estos centros, los peregrinos enfermos recibían mejor trato y mejor alimentación que los propios frailes; y en algunos, la capilla y la sala que los acoge están comunicadas, a fin de que los romeros en recuperación puedan seguir los oficios desde la cama. Para hacer frente a la tentación, un obispo leonés establece la pena de excomunión a los seglares que se aprovechen sin derecho del auxilio de sus hospitales. Cuenta un peregrino que no conseguía eliminar las fiebres, y del mal le libró una hospitalera dándole unas frotaciones por los riñones con ortigas; esa noche sudó «ocho o diez camisas de agua» y las fiebres no volvieron más. Fue tal el empeño del sistema que, desde el siglo XVI, se constata la presencia permanente de médicos en algunos de estos centros. Y para los casos en que los peregrinos no despertaban en esta dimensión, los hospitales de importancia media, y no digamos los grandes, disponían de cementerio propio, el último cobijo del romero desvalido. Cuentan las crónicas que quienes se veían en este trance eran enterrados con su traje de peregrino al completo, incluyendo el sombrero y también el bordón, sobre el que les cruzaban las manos, y se colocaba una vieira sobre la tumba. En los casos más afortunados, el enterramiento se realizaba en lo que se conocía como tierra santa, lindando con el muro de la iglesia, donde caen los goterones, espacio habitualmente reservado a la clerecía... NAZARIO MATOS..