
TIERRA DE CAMPOS:: PÀGINA Nº 5-
:::::::::::::::::::::::::::::: :::::::::::::::::::::::::::::: :::. UN PASEO POR LA ZAMORA MODERNISTA:: Incluida desde 2010 en la Ruta Europea del Modernismo, la ciudad combina edificios eclécticos, historicistas y modernistas en un conjunto arquitectónico muy sugerente formado por residencias, teatros y centros públicos y de servicios. POR GALO MARTÍN APARICIO
13 de septiembre de 2021
1Cuando los pasajeros llegamos a la estación de tren de ZAMORA lo primero que hacemos, después de apearnos del vagón, es contemplar con asombro esta construcción ferroviaria neo plateresca convertida en monumento. Apenas hemos pisado la calle y esta ciudad sin ego ya nos gana uno a cero. En el taxi que me ahorra la subida a sus murallas invisibles compruebo lo rápido que las personas pierden la paciencia con un volante entre las manos. Es un trayecto corto en el que oigo más cláxones que lo que cuesta la carrera. Algo menos de cuatro euros después me encuentro en el parque de la Marina Española y me pregunto si no estaré en Ferrol. Por lo de la marina y porque se pone a llover. ZAMORA promete tanto como las expectativas que no he alimentado con lecturas previas sobre el lugar. Es un error no hacerlo, aunque a veces funciona. La ciudad que me encuentro, y que me cuenta la guía local Begoña Blanco, es la que rejuvenecieron y construyeron en el mismo corazón urbano Gregorio Pérez Arribas, Segundo Viloria, Miguel Mathet y Coloma y, sobre todo, Francesc Ferriol i Carreras. Arquitectos que tiraron antiguos edificios para levantar otros del gusto de una burguesía retrasada respecto a otras europeas. Edificios que combinan la piedra, el ladrillo, la madera, el vidrio y el hierro forjado, decorados con motivos vegetales y animales y ricos en precisos detalles. Edificios con balcones abiertos y panzudos, protegidos con estéticos guardapolvos, así como cerrados, denominados miradores, desde los que sus moradores pueden bucear sin mojarse, me cuenta Begoña. Miradores frontales y en chaflán que sus propietarios al abrirlos ventilaban sus casas y mostraban un estilo de vida al alcance de unos pocos.
Francesc Ferriol i Carreras fue discípulo y colaborador de Lluís Domènech i Montaner, uno de los grandes protagonistas del modernismo catalán. En ZAMORA encontró la estabilidad profesional, que no personal ni familiar, que le esquivaba en la Barcelona de la que se empapó de ideas exóticas para la meseta ibérica. De 1908 a 1916 fue el arquitecto municipal de ZAMORA. Una ciudad en la que nunca se instaló de manera permanente. Una ciudad, en la que a pesar de su legado, no hay una placa que diga que en esta casa vivió.Él, que tantas casas construyó y que han pasado a la historia con el nombre de sus propietarios: la casa Miguel Hervella, la casa de Norbeto Macho, la casa de Faustina Leirado y así hasta armar una ruta que cuenta una parte de la historia de ZAMORA como si fuera una novela gráfica.
No hubo manera de acoplar su carácter mediterráneo con el frío y la austeridad castellana. Una sociedad cerrada de unas diecisiete mil personas que nada tenía que ver con la suya. Incompatibilidades que se sumaron a sus diferencias de pareceres con el alcalde y el obispado, a quienes ni les convenció ni les gustó la idea del arquitecto de derribar una iglesia para hacer una plaza Mayor más grande que la de Salamanca. La ambición de Francesc Ferriol era más grande que ZAMORA. Sin ese hambre no le hubiera sido posible hacer todos los edificios modernistas que hizo. Elegantes y hermosas residencias burguesas como las casas de Valentín Matilla, la de Martín de Horna y la de Juan Gato, en las calles de santa Clara, san Pablo y Ramón Álvarez, respectivamente, así como en acogedoras plazas, como la de Sagasta, en la que se puede ver la mencionada casa de Norberto Macho, y que embellecen una ciudad, hasta entonces amurallada, repleta de iglesias, conventos y antiguas casonas. Una ciudad en la que la nobleza y el alto clero se repartían sin disimulo la riqueza procedente del RÌO DUERO... NAZARIO MATOS..
:::::::::::::::::::::::::::::: :::::::::::::::::::::::::::::: :::. UN PASEO POR LA ZAMORA MODERNISTA:: Incluida desde 2010 en la Ruta Europea del Modernismo, la ciudad combina edificios eclécticos, historicistas y modernistas en un conjunto arquitectónico muy sugerente formado por residencias, teatros y centros públicos y de servicios. POR GALO MARTÍN APARICIO
13 de septiembre de 2021
1Cuando los pasajeros llegamos a la estación de tren de ZAMORA lo primero que hacemos, después de apearnos del vagón, es contemplar con asombro esta construcción ferroviaria neo plateresca convertida en monumento. Apenas hemos pisado la calle y esta ciudad sin ego ya nos gana uno a cero. En el taxi que me ahorra la subida a sus murallas invisibles compruebo lo rápido que las personas pierden la paciencia con un volante entre las manos. Es un trayecto corto en el que oigo más cláxones que lo que cuesta la carrera. Algo menos de cuatro euros después me encuentro en el parque de la Marina Española y me pregunto si no estaré en Ferrol. Por lo de la marina y porque se pone a llover. ZAMORA promete tanto como las expectativas que no he alimentado con lecturas previas sobre el lugar. Es un error no hacerlo, aunque a veces funciona. La ciudad que me encuentro, y que me cuenta la guía local Begoña Blanco, es la que rejuvenecieron y construyeron en el mismo corazón urbano Gregorio Pérez Arribas, Segundo Viloria, Miguel Mathet y Coloma y, sobre todo, Francesc Ferriol i Carreras. Arquitectos que tiraron antiguos edificios para levantar otros del gusto de una burguesía retrasada respecto a otras europeas. Edificios que combinan la piedra, el ladrillo, la madera, el vidrio y el hierro forjado, decorados con motivos vegetales y animales y ricos en precisos detalles. Edificios con balcones abiertos y panzudos, protegidos con estéticos guardapolvos, así como cerrados, denominados miradores, desde los que sus moradores pueden bucear sin mojarse, me cuenta Begoña. Miradores frontales y en chaflán que sus propietarios al abrirlos ventilaban sus casas y mostraban un estilo de vida al alcance de unos pocos.
Francesc Ferriol i Carreras fue discípulo y colaborador de Lluís Domènech i Montaner, uno de los grandes protagonistas del modernismo catalán. En ZAMORA encontró la estabilidad profesional, que no personal ni familiar, que le esquivaba en la Barcelona de la que se empapó de ideas exóticas para la meseta ibérica. De 1908 a 1916 fue el arquitecto municipal de ZAMORA. Una ciudad en la que nunca se instaló de manera permanente. Una ciudad, en la que a pesar de su legado, no hay una placa que diga que en esta casa vivió.Él, que tantas casas construyó y que han pasado a la historia con el nombre de sus propietarios: la casa Miguel Hervella, la casa de Norbeto Macho, la casa de Faustina Leirado y así hasta armar una ruta que cuenta una parte de la historia de ZAMORA como si fuera una novela gráfica.
No hubo manera de acoplar su carácter mediterráneo con el frío y la austeridad castellana. Una sociedad cerrada de unas diecisiete mil personas que nada tenía que ver con la suya. Incompatibilidades que se sumaron a sus diferencias de pareceres con el alcalde y el obispado, a quienes ni les convenció ni les gustó la idea del arquitecto de derribar una iglesia para hacer una plaza Mayor más grande que la de Salamanca. La ambición de Francesc Ferriol era más grande que ZAMORA. Sin ese hambre no le hubiera sido posible hacer todos los edificios modernistas que hizo. Elegantes y hermosas residencias burguesas como las casas de Valentín Matilla, la de Martín de Horna y la de Juan Gato, en las calles de santa Clara, san Pablo y Ramón Álvarez, respectivamente, así como en acogedoras plazas, como la de Sagasta, en la que se puede ver la mencionada casa de Norberto Macho, y que embellecen una ciudad, hasta entonces amurallada, repleta de iglesias, conventos y antiguas casonas. Una ciudad en la que la nobleza y el alto clero se repartían sin disimulo la riqueza procedente del RÌO DUERO... NAZARIO MATOS..