CASTROVERDE DE CAMPOS: LA VIDA SIGUE PARA ESTE GRAN Y "JOVEN"  HOMBRE:: ""GONZALO...

LA VIDA SIGUE PARA ESTE GRAN Y "JOVEN"  HOMBRE:: ""GONZALO SUÁREZ"":: PÁGINA Nº 3
Gonzalo Suárez, con los protagonistas de 'Oviedo Express', en la Seminci. De izquierda a derecha, Najwa Nimri, Carmelo Gómez, Alberto Jiménez, Aitana Sánchez-Gijón y Bárbara Goenaga - Francisco Seco«Pero no doy consejos», se frena. «El problema de los 87 años es que puedes darlos, pero cada vez sabes menos. No es coquetería. La vida es un instante. Esa percepción de que no hay nada antes ni después es algo que me acucia. Duras más o menos, es un problema de suerte. No tengo fórmulas. Solo que no conviene excederse de una botella como medida. En el ritmo no entro». La leyenda de Sam PeckinpahEntre sus amigos alcohólicos, destaca Sam Peckinpah, por supuesto. Llega a él en otro salto evidentemente mortal, desde su niñez, en la que la imaginación que ha marcado su obra lo salvó de la tristeza de la posguerra. «Desarrollé la imaginación en la biblioteca de mi padre y en el pasillo de casa, soñando historias como alternativa de juego. Solo aspiraba a que el mundo fuera de otra manera». En el cine echa de menos la emoción que le producían determinados finales de película, como 'La jungla de asfalto'. «Me resisto a decir que eran poéticos para no parecer cursi, pero es la misma impresión de 'El hombre que pudo reinar', otra vez John Huston, un hombre que parece que prefería jugar a las cartas, como Peckinpah en sus últimos tiempos, a estar explicando a los actores. Y sin embargo, cuando el director menos interviene, menos estropea, pero la mirada prevalece. Es un misterio. A veces te esfuerzas en producir un efecto y se te nota. Lo puedes aplicar incluso en cualquier deporte. Cuando se te ve la intención, puede salirte, pero se te ve. Es mejor cuando te vas deslizando, a veces con suerte…». «Con Peckinpah, en alguna película que estuve, terminaba un plano y se venía a jugar a las cartas, hasta que le avisaban para la próxima toma». Un extraño en el cine españolSuárez no es tan rebelde como su amigo americano, y no por falta de heterodoxia. No en vano lleva casi nueve décadas sin pertenecer a ninguna tribu. «Con el cine español tengo una relación de esta índole. Admiro mucho las buenas películas y a algunos directores, pero no siento afinidad respecto al contexto. Es algo que proviene de la infancia, de ver de otra manera. Y así he permanecido, mientras he podido. Sigo buscando». El cineasta asturiano, con Antonio Resines, Elvira Mínguez, Maribel Verdú y Carmelo Gómez, en el rodaje de 'El portero' - EfePara explicar su desapego a lo moderno, incluidos los móviles, el director de 'El detective y la muerte' cuenta una anécdota. «El teléfono de antaño estaba colgado en el pasillo. Siempre recordaré una frase de don Pío Baroja, cuando alguien fue a verlo, con mucho entusiasmo: 'Don Pío, me han puesto el teléfono'. Mirándolo con desprecio, el escritor respondió: 'O sea, que a ti te tocan un timbre y vas'. Ahora somos eso». Cuando se le recuerda que él también hizo una serie, 'Los pazos de Ulloa', en 1984, aprovecha para marcar distancias con los autores de ahora. «Hay series excelentes, pero demuestran una vez más que en el cine, una vez emancipado de la autoría, es igual el director. Las series lo cambian en cada capítulo y son igualmente buenas. Solo algunos tienen una mirada especial, que se nota pero no importa tanto o nada. Técnicamente, la maquinaria supera el criterio de la pincelada última. Por eso la película de 10 minutos que he hecho, 'Alas de tiniebla', es una reivindicación de la pincelada». Suárez no puede evitar añorar a los grandes, como el citado Huston, a quien «le parecía cursi lo de artista», Orson Welles, al que conoció poco, y Buñuel, al que hizo una «entrevista pirata» que solo «gozó de su beneplácito después de refunfuñar mucho». «Luis era de los que tenían esa intensidad, que no sé en qué consiste. Probablemente soy injusto con los actuales por ignorancia». Lo importante, insiste, es seguir buscando sin atravesar nunca la línea de meta. «Yo siempre recurro a la metáfora de los libros de aventuras de la infancia, en los que el explorador se abre paso en la selva africana en busca de las fuentes del Nilo. Es una metáfora sexual freudiana y es algo que no descubres nunca, lo cual es bueno, en el sentido de que sigue el trayecto. El juego sigue»,, NAZARIO MATOS..